Manolo y Manuela, 65 años compartiendo una ración

Manolo y Manuela llevan seis décadas y media de matrimonio y en todo este tiempo no han faltado a su cita con el pulpo cada día que se celebra la feria en la ciudad. Se casaron en 1960, en la entonces recién inaugurada iglesia de Fátima.

Manolo González y Manuela López, matrimonio, comiendo pulpo en la feria de la ciudad.
Manolo González y Manuela López, matrimonio, comiendo pulpo en la feria de la ciudad. | IAGO CORTÓN.

Es lunes 7 de julio. El Campo da Feirade la ciudad, como cada día 7 y 17, queda inundado por el aroma del pulpo cocido. Los clientes hacen cola en busca de una ración, bien aderezada con sal, pimentón y aceite, tal y como dicta la tradición. Entre el centenar de personas que se agolpan en las mesas nos encontramos con Manolo y Manuela. Son marido y mujer, como muchos otros asistentes a la feria, pero la suya no es una historia cualquiera.

Llevan 65 años casados. Seis décadas y media en la que no han faltado a su cita diaria con el pulpo de la feria. Llueva, nieve o truene. “Desde que casamos, vimos cada día de feira a tomar o pulpo, encántanos sobre todo se leva un pouco de allo”, señala Manuela. Más de seis décadas sin fallar a una cita, para la que ahora toca rascarse el bolsillo mucho más que antaño: “Cando comezamos a vir por 5 pesetas comíamos e bebíamos, agora pagamos 11 euros por unha ración e case non nos chega”, explica Manuel. A pesar de este encarecimiento, no perdonan una fiesta: “O comer e ir de festa é unha cousa que nos une, sempre nos gustou moito”, aseveran.

Detrás de esta pasión por ferias y fiestas, hay una historia de amor que comenzó en la década de los 50 en el Teatro Principal de la ciudad. “Eu estaba vendo unha película ca miña prima, e el estaba na última fila cun amigo facendo gamberradas. Unha vez que saímos fora, foise arrimando a min e todo comezou cunha broma que me fixo”, explica la mujer, quien además cuenta una curiosa anécdota: “Todos os pretendentes que tiven chamabánse Manuel, pero ao final quedeime co correcto”.

Para estar tantos años juntos, también hay que tener una pizca de suerte y es que durante el noviazgo el destino sonrió a la pareja: “Tivemos sorte porque a min tocoume quedar na mili aquí en Ourense, no cuartel do Cumial, se non quen sabe se estaríamos aquí os dous xuntos”, narra Manolo.

Toda una vida juntos

Tras cinco años de novios, se casaron en 1960, en la recién inaugurada iglesia de Fátima. “Foi unha voda sinxela pero moi bonita”, apuntan. A partir de ahí y aunque siempre hubo un hueco para pasarlo bien, llegó toda una vida de trabajo. Él como tapicero, primero, y luego en el matedero. Ella como empleada del hogar. Todo para sacar adelante a sus dos hijas. Hoy miran con orgullo a una familia que ya acumula nietos, bisnietos y hasta tataranietos.

El férreo matrimonio se mira hoy con el mismo cariño que hace más de medio siglo. ¿Cuál es el secreto de llevar 65 años juntos? “Ter paciencia, sen dúbida”, responden los dos casi al unísono. También hay complicidad, compañía, amor y alguna que otra pulla.

“A min o que máis me gusta da miña muller é todo menos ela”, bromea él. Ella responde con elegancia: “De el gústame o bo que é comigo todos os días”. 65 años de amor que sustentan toda una vida.

Contenido patrocinado

stats