"Queixumes" busca relevo tras 44 años de lecturas

LA HISTORIA DE TOÑI GONZÁLEZ

Toñi González, responsable de la librería, encara sus últimos meses tras el mostrador

"Queixumes" busca relevo tras 44 años de lecturas | La Región

La librería “Queixumes” se ha ido ganando, año tras año, un papel importante entre los ourensanos. El espacio gestionado por Toñi González fue uno de los primeros de la ciudad que ofreció a los opositores el temario para sus exámenes, además de recomendaciones literarias a quienes han atravesado sus puertas durante los 44 años que ha permanecido abierta.

González encara ahora sus últimas semanas al frente del espacio. En junio, si no encuentra a una persona a la que traspasar el negocio, comenzará el proceso de liquidación. Hasta ese momento “nunca he cogido una baja. Han sido 44 años sin ponerme enferma”, reconoce la librera.

“Como librera, he sido la mujer más feliz del mundo. Venir a trabajar para mí ha sido una gozada. Pude recomendar libros a muchísima gente, porque he tenido la suerte de que los clientes se fíen de mi criterio, y se fueron acostumbrando a que yo les recomendara títulos”, relata González, quien también ha tenido la ocasión de devorar libros entre cliente y cliente. La lista que ha elaborado, simplemente tirando de su memoria, supera las ocho páginas, tanto de autores clásicos como de títulos contemporáneos.

Las oposiciones

"Queixumes" ha sido un lugar al que han acudido varias generaciones de opositores a la búsqueda de temario. “Comenzó un poco por sorpresa”, reconoce la propietaria. “Había unas oposiciones a Correos, y el comercial de la editorial se puso en la esquina de la calle a contar cuánta gente pasaba. Contó bastante gente, y me ofreció la exclusiva”. Entonces llevaba cuatro años trabajando como librera.

Cuatro décadas después, Toñi González se sigue encontrando con funcionarios que sacaron plaza gracias a sus recomendaciones. “En una ocasión, coincidí con dos chicas en el aeropuerto de Sevilla. Estábamos todos de vacaciones, y ellas me contaron que se habían comprado el temario en la librería”, rememora González. “Hay otro chico que está en Huelva, y cada vez que viene a Galicia me visita, porque yo le dije que tenía que encerrarse en casa y aprenderse hasta las comas y los acentos”.

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