CRÓNICAS DE AGORA E SEMPRE
José Feijóo e o “Gordo” do Alfonso XIII
ZONA VERDE
El abeleiro o abeleira, conocido también con los nombres de abelán, abelao, abelaneira o abraira, científicamente con el de Corylus avellana y en castellano con los de avellano, avellano común o avellano europeo, es un arbusto o pequeño árbol caducifolio originario de Europa y Asia occidental, perteneciente a la familia de las Betuláceas.
Su nombre genérico latino corylus deriva del griego koris que significa “casco o yelmo” en alusión al capuchón o involucro que rodea sus nueces. El adjetivo avellana parece provenir del municipio de Avella, de la provincia de Avellino, en la región italiana de la Campania, donde la especie es muy abundante.
Normalmente mide unos seis metros de altura, aunque en ocasiones puede llegar a alcanzar los diez o más. Su copa es irregular y amplia. Su tronco principal no se distingue fácilmente ya que está muy ramificado desde la base. Su corteza lisa y de color pardo rojiza claro se vuelve con la edad escamosa y grisácea. Sus hojas son alternas, rugosas y ásperas al tacto, ligeramente pubescentes por ambas caras, aunque volviéndose lampiñas en la parte superior; tienen nervios bien marcados y están dotadas de peciolo; son redondeadas, acorazonadas en la base, doblemente aserradas, a veces ligeramente lobuladas y terminadas en un breve ápice puntiagudo; son de color verde más oscuro por la parte superior que por la inferior. Las flores masculinas se presentan en las extremidades de las ramificaciones en amentos cilíndricos colgantes y de color amarillo; son muy vistosos sobre las ramas aún desnudas ya que aparecen antes de las hojas; diseminan el polen antes de que broten las hojas del año. Las femeninas se presentan aisladas o en grupos y se asemejan a yemas foliares de las cuales asoman los estilos rojos. Florece desde enero a marzo y fructifica en otoño. Sus frutos, llamados avellanas, con forma de nuez redondeada, que se presentan en grupos de hasta cuatro, tienen dos envolturas: una leñosa de color pardo rojizo envuelta por otra formada por brácteas foliáceas verdes, dentadas y pilosas. En su interior contienen una sola semilla oleosa y de sabor agradable. Una vez recogidos se pueden guardar en la despensa para consumir a lo largo de todo el año. Crece en orillas de ríos, linderos de bosques y montes, en lugares sombríos y húmedos, mezclados con otras especies como robles, hayas, tilos y fresnos. Es sensible a las fuertes sequías estivales. Prefiere las nieblas y la humedad ambiental.
Sus hojas y su corteza, por su riqueza en taninos, han sido utilizadas en medicina como astringentes, antihemorrágicas y para elevar la presión sanguínea. Los amentos masculinos se emplearon en forma de infusión como diurético y sudorífero. El cocimiento de la corteza contra la retención de orina, si bien el fruto se utilizaba popularmente para evitar que los niños se orinasen en la cama durante la noche. Su uso exterior en baños alivia las hemorroides. Asimismo se usó como remedio contra las picaduras de culebras. Sus frutos, ricos en aceites, minerales y vitaminas, son muy nutritivos, saludables y beneficiosos para el sistema nervioso. Ayudan a combatir el cansancio y la fatiga, motivo por el cual es muy recomendable su consumo. Se comen directamente o se pueden emplear en confitería y repostería. Como todos los frutos secos no engordan si no se comen en cantidades excesivas. Las avellanas suelen añadirse a los chocolates. Así, son uno de los ingredientes más utilizados en las cremas de cacao, como la famosa y popular “nutella” italiana o la “nocilla” española, muy apetecidas especialmente por los niños. Su aceite se usa para la elaboración de jabones y perfumes.
La madera, blanco rojiza, flexible y resistente, es muy apreciada en ebanistería y marquetería para confeccionar mangos y asas de herramientas. También para la elaboración de cestos; las más gruesas para hacer aros de cribas, toneles o de canastas de baloncesto. Además de ser un buen combustible, se usa para la producción de carbón vegetal con el cual se hacen también buenas minas de lápices. Las ramas más delgadas por su flexibilidad, dureza y poco peso, se utilizaban tradicionalmente para hacer bastones o palos para caminar o para elaborar varas de mano para guiar el ganado. Eran empleadas también por los zahoríes para la búsqueda de manantiales de agua en el subsuelo. Y con ellas, en algunas zonas, se hacían setos, tapias y vallas. En Galicia no es una especie muy abundante aunque por sus frutos se cultiva en algunos huertos o con fines ornamentales en jardines. Para ello también se utiliza la avellanera mayor, Corylus maxima o avellano de los Balcanes.
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