EDITORIAL
La Región

Una app de Ourense para facilitar el aparcamiento a conductores con movilidad reducida

Un equipo de alumnos de 4º de la ESO del Santo Ángel irá a Estados Unidos para presentar su proyecto “La minúscula”. Una aplicación que muestra las plazas de aparcamiento para personas con movilidad reducida y las sincroniza con las tarjetas de estacionamiento

“La minúscula”, la app creada por unos jóvenes de Ourense

Salma Bello, Noa Vilas, Henrique Soto y Noa Pedrero tienen 15 años y ya son unas jóvenes emprendedoras. Las tres quieren ser ingenieras informáticas, de aeronáutica o industriales, por ejemplo. Henrique duda entre Ingeniería Informática y Física, o Química. Sin embargo, no han necesitado terminar secundaria para llegar lejos. Estarán en la sede de la ONU en julio presentando un proyecto que ha salido directamente de la Rúa Ervedelo, en el barrio de O Couto. Su profesora de tecnología, Rocío Prieto, es la que los ha acompañado -y acompañará- durante el concurso The Challenge, de EduCaixa: un programa en el que escolares de todo el mundo presentan proyectos para el desarrollo sostenible, en colaboración con Naciones Unidas.

La minúscula

El nombre que decidieron dar a su trabajo es “La minúscula”. Es decir, la letra pequeña, la que no se ve y pasa desapercibida. Una definición que coincide perfectamente con la poca visibilidad que tiene el colectivo de personas con movilidad reducida. La idea surgió en la calle donde se encuentra el Santo Ángel. “Un día, desde la ventana, observamos que hay pocas plazas de discapacitados y siempre están ocupadas”, asegura Henrique. Salma le toma la palabra y cuenta que lo tuvieron claro: “Lo primero que se nos ocurrió fue crear una aplicación que señalara las plazas”. Vieron cosas parecidas, pero no indicaban si las plazas estaban ocupadas o no. Así que se pusieron manos a la obra y contactaron con asociaciones como Aixiña, Cogami, Cocemfe y con la Policía Local.

La versión inicial que llevaron a Barcelona era un sistema que sincronizaba la “app” con pivotes en cada plaza, allí la mejoraron con la ayuda de expertos, y presentaron “unas señales con luces led, con un lector NFC integrado que tendría que sincronizarse con un chip en la tarjeta de estacionamiento”, expone Henrique y la profesora lo respalda: “Esto significaría un cambio a nivel global, y europeo, en las tarjetas”.

El proceso ha sido emocionante. “Cuando nos dijeron que íbamos a la final, nos alegramos muchísimo porque ni siquiera estábamos seguros de nuestro proyecto. En ese momento pensamos: lo tenemos que sacar adelante”, asegura Noa Pedrero. Por su parte, Noa Vilas afirma que estuvieron cuatro días bajo mucha presión y “al entregarlo, más de uno se puso a llorar”. Pero los cuatro se quedan con haber desarrollado la empatía: “Aprendimos que lo que para nosotros no tiene importancia, para otras personas es un mundo, ya que podemos hacerles la vida más fácil”.

Contenido patrocinado

stats