El COB cae contra el Gipuzkoa y encaja su primera derrota en la liga (76-83)

PRIMERA FEB

Con Gipuzkoa, se acabó la fiesta. Un buen rival despertó de su sueño y derrotó, por primera vez en esta liga, a un COB muy por debajo de su nivel habitual en ataque y defensa

El base del COB Javi López lanza el balón a canasta (Foto: José Paz).
El base del COB Javi López lanza el balón a canasta (Foto: José Paz).

Primera derrota del COB en la liga. Dolorosa antes, durante y después. Antes, por la lesión de un Samu Rodríguez en clara progresión ascendente, a quien se extrañó cerca del aro. Durante, porque el equipo de Moncho López no lo fue la mayor parte del partido. Después, porque un Gipuzkoa bien ordenado e inteligente despertó a club y afición del precioso sueño de comienzo de temporada.

Esta derrota no supone en absoluto una tragedia. Todos firmarían este 4-1 y la envidiable posición del COB allá por septiembre. La cuestión es cómo valorar lo sucedido. Los pesimistas opinarán que el Gipuzkoa, candidato a luchar por la fase de ascenso, puso al club ourensano en su sitio. Sacando sus vergüenzas y de paso bajándole los humos. Que los rivales anteriores fueron de la clase baja o media y la cancha cambia cuando tocan las potencias de la liga.

Los optimistas opinarán que el equipo entrenado por Moncho López sufrió una mala tarde. Sin restar los méritos de un excelente visitante, el COB no estuvo al nivel, salvo unos pocos minutos del último cuarto, cuando se llegó a pensar en la remontada, con un Javi López inspirado en el tiro y la dirección, lanzando caramelos al cielo, allá donde sólo llega Romaro Gill. Escoltado por un más valiente que temerario Martín Fernández.

Entre los tres anotaron prácticamente los 28 puntos cobistas del último cuarto, contagiando a compañeros y aficionados. A tres puntos se puso el COB en el minuto 37 (72-75) tras verse 18 por debajo al comienzo de la segunda parte. Fue una reacción de orgullo, coraje y ambición. Los recursos cuando todo lo demás no funciona.

Porque el COB no fue la afinada orquesta de otros partidos, perfectamente afinada por Moncho López. Esa orquesta que, por momentos, muda a banda de club jazz, con inspirados y ordenados “solos” de sus variados artistas.

Contra el Gipuzkoa fue más bien la banda del tío Federico. Incapaz de soportar el ritmo del rival desde el minuto 8. Johnson les metió 16 puntos en la primera parte. Vrankic y el ex Ander Martínez -ya podías jugar así aquella temporada en Ourense, pillín- 19 y 18 por cabeza, aportando con constancia. No hubo la intensidad ni la colaboración en defensa habitual.

Se perdió la batalla del rebote -15 atrapó el club vasco en el aro ourensano- hasta que Gill impuso su ley. También fue clave la pésima puntería durante los tres primeros cuartos -17 aciertos de 47 tiros de campo- maquillada con el 11 de 16 del último, además de la falta de “duende” de Lisboa y Moody, a quienes siempre se les espera.

Derrota que invita más a la reflexión que a la desesperación. Recuerda que el principal objetivo es la permanencia y sirve de aviso para afrontar el próximo partido contra el Morón, colista de la liga.

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