PRIMERA DERROTA EN EL PAZO
El COB paga carísimo un mal primer cuarto ante un Gipuzkoa muy acertado (77-89)
EL AMBIENTE EN EL PAZO
Decía la canción “vintage”: si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barrería. Si el COB jugase así (más o menos) siempre, cuantos partidos ganaría. Por lo menos, los últimos que se dejó en el tintero ante rivales de menor entidad sobre el papel. Los ourensanos salieron dolidos al derbi. Las heridas de Morón dejaron cicatrices que aún se sentían. Solo podían curar con una actuación a la altura. Enfrente, un Obradoiro con galones y billetes para dar y tomar. Se le plantó cara, se le metió miedo y en el enésimo cara a cara final, en la hora de la verdad, salió cruz incluso con una desventaja demasiado abultada visto lo visto.
La primera parte fue intensa, pero sin demasiada calidad. Hubo fallos impropios por ambos bandos. El paso por los vestuarios mejoró a ourensanos y santiagueses. El COB rozó el sobresaliente. Apretó en defensa al máximo, condicionado por la ausencia de un testimonial Gill y un no presente Lisboa. Demasiado lastre para medirse a una plantilla que no tiene fin. No fue suficiente. Perdieron con las zapatillas puestas y sin reproches.
¿Y el Pazo? Fue Pazolandia. Muchos y muy buenos sentados en sus asientos. El cobismo no falla. Tampoco tras perder ante el colista por 30. Va en el ADN.
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