La miel gallega, identidad y calidad que regalan las abejas

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photo_camera Miel gallega.

Es el azúcar del bosque. Además de su valor como edulcorante tiene propiedades antisepticas y cicatrizantes.

La producción de miel es uno de las actividades con más arraigo en Galicia, hasta el extremo de que la silvicultura forma parte ya del patrimonio etnográfico de la comunidad, especialmente en las áreas más rurales. Durante siglos, y hasta la popularización del azúcar, la miel era el principal edulcorante de la dieta gallega. Las numerosas fiestas dedicadas a su exaltación dan muestra de la importancia que todavía hoy día tiene en el acervo cultural popular.

Conjuntos etnográficos como las alvarizas o albarizas, con sus estructuras defensivas para evitar el ataque del oso nos dan muestra de la antigüedad de esta actividad que ha sobrevivido a su principal depredador.

En 1997 la miel de Galicia consigue el reconocimiento como denominación específica y en 2003 obtiene el registro de Indicación Geográfica Protegida y se aprueba su reglamento. Hoy día el número de colmenas registradas supera holgadamente las treinta mil y el número de apicultores se acerca a los 400.

¿Qué hace que la miel gallega sea tan demandada? uno de los principales activos de nuestra apicultura es la calidad ambiental. El entorno en el que se desarrolla la mayor parte de esta actividad está alejado de los habitat urbanos, de polígonos industriales y, en general de entornos hostiles. Quizás esa sea la principal causa de que la creciente mortandad de las abejas que se está detectando en la mayor parte del mundo, ¡ nuestra tierra, aunque no  es ajena a este drama, lo sufre de una forma menos alarmante.

En Galicia existe un vínculo casi directo entre la apicultura y el bosque. Ese es otro de los factores que preservan la vida de las colmenas que al estar alejadas de zonas agrícolas se ven menos afectadas por los productos fitosanitarios.

La miel se clasifica en función de la variedades botánicas de las que recolectan el polen las obreras. Cuando se trata de un entorno heterogéneo, la miel se identifica como multifloral: posee un color que va del claro al oscuro, con sabor de matices florales y afrutados.

En ambientes más específicos, se reconocen las mieles monoflorales de castaño, de carrasco, de eucalipto y de zarza. Se diferencian por el color y los matices aromáticos y de sabor que van desde más intensos y afrutados a otros más aromáticos, variando también el punto de acidez, de dulzor, y hasta con toques amargos y salados.

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