Desde las “rutas del colesterol” a los difíciles senderos de alta montaña, Galicia cuenta con un repertorio de caminos tan grande como variado
La federación gallega de Montañismo tiene homologadas alrededor de setenta rutas, además de los caminos de Santiago con sus respectivas variantes. Pero raro es el municipio de Galicia que no cuenta con un sendero, grande o pequeño, mejor o peor mantenido, a veces solo por el propio paso de los caminantes o de pescadores que lo utilizan para llegar hasta sus zonas de pesca, o por los vecinos que siguen el trazo dejado por otros que lo emplearon para llegar a un mirador en una montaña, a un acantilado en la costa o a una playa fluvial. Toda Galicia es un camino para quien quiere andar, pero si no hay señalización, los senderos pueden convertirse en un laberinto en el que perderse o, simplemente, acabar la excursión delante de un vallado o una cancilla.
Cada vez es mayor el número de usuarios, de aficionados a un deporte que permite estar en contacto con la naturaleza, descubrir paisajes que no se ven desde la carretera y ganar en salud. El origen del senderismo como práctica organizada surge en Galicia gracias a la actuación de clubes de montañismo y su federación que comenzaron a señalizar caminos por los que realizaban sus rutas y algunos ayuntamientos y otras instituciones, como la Diputación de Pontevedra que colaboraron en su preparación y mantenimiento. Esto sucedía en la última década del siglo XX al mismo tiempo que resurgía el boom de los caminos a Santiago.Los primeros senderos homologados surgieron en la provincia de Pontevedra. Y el primero de largo recorrido fue el Panorámico de Vigo, el GR-53 que con 58 kilómetros de longitud, incluidas sus variantes, sigue siendo uno de los más largos, mejor conservados y con más concurrencia.
Por Vigo pasa también el Sendero de As Greas, que con 247 kilómetros, variantes incluidas, es el más largo de todos, incluso más que la mayoría de los tramos gallegos de los caminos a Santiago, con excepción de la Vía de la Plata que, desde A Canda, suma 274 kilómetros.
Precisamente la Vía de la Plata, con sus variantes que lo llevan a pasar por Laza o por Verín y que sirve para que a él se enganchen los peregrinos portugueses que llegan de Tras-Os-Montes, discurre por uno de los paisajes de montaña más asombrosos de Galicia. Desde su entrada en Galicia por la portilla de A Canda, se encamina luego hacia el parque natural del Invernadeiro. Muy cerca de este trazado, realizado a lo largo de siglos, discurre otro construido en el XX como pista de acceso para acometer los túneles del trazado del ferrocarril de Ourense a Zamora. Llega desde la estación de Alberguería, en Vilariño de Conso hasta Vilar de Barrio y es conocida popularmente como "la muralla china", porque desde lejos parece eso, una muralla bordeando el macizo montañoso por la mitad de la ladera. La vía del tren nos ha dejado otro sendero que fue la primera "vía verde" gallega, entre A Pontenova y Ribadeo, y que ha convertido en camino para senderistas el antiguo ferrocarril minero de A Pontenova hasta el Cantábrico.
Los reyes de la montaña se encuentran en el municipio de A Veiga, entre lagos glaciares y ciervos y la cumbre más alta de Galicia, Pena Trevinca.
Pero si la montaña y el interior tienen atractivos, la costa no se queda atrás. Algunos senderos como el RC 2 de Camariñas, recorre una costa agreste sembrada de elementos que nos recuerdan que estamos en la Costa da Morte, como el cementerio inglés en el que reposan los restos de los náufragos del Serpent o el imponente faro de Cabo Vilán que vigila desde su promontorio el paso de los barcos.
Momento crítico
La primavera es una buena época para iniciarse en el senderismo, pero también un momento crítico para muchas rutas. La humedad y el calor aceleran el crecimiento de la maleza. Lo mejor para empezar con buen pie es calzarse unas buenas botas, caminar en compañía y antes de emprender la marcha consultar en las web de los clubs de montañismo y de aficionados al senderismo para saber cuáles están practicables.
