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Las suecas

Suecas

Ahora nos dicen que las suecas no eran suecas. Las de los sesenta. Al parecer, eran francesas. No me parece mal. Lo único que detesto de Francia son los franceses. Las francesas me parecen bien. Pero desde los 60 hasta hoy el ideal femenino para todo hombre lo ha representado una sueca, se pongan como se pongan los historiadores. Y si era o no una sueca de París no es asunto que deba inquietar a nadie a estas alturas. Eran rubias, guapas, y hablaban raro. Luego eran suecas.

EL PAISAJE

En julio, poco a poco van llegando. Las puedes ver en las terrazas, paseando por las calles, o en el mar. Son suecas. Rubias. Altas. Delgadas. No las confundas con las alemanas. Rubias. Altas. Delgadas. Rojas como gambas. Ni con las australianas. Pelirrojas. Altas. Ausentes. ¿Conoces alguna australiana que veranee en España?

Ellas llenan el paisaje de una belleza que sólo brilla en verano. Estate atento, porque es fácil enamorarse. Y muy poco aconsejable. El porcentaje de éxito de tipos que se han quedado colgados de una sueca roza el 15%. Desciende al 1% al segundo día de novios. No se conoce ningún caso de ningún español que haya superado los tres días de noviazgo de verano con una sueca, que es el tiempo que tarda la chica en confesar que es francesa, y el chico en admitir que la Playa de la Concha no es suya.

EL AMOR

El amor con una sueca se da en dos situaciones:

-En la cola de la charcutería.

-Jugando a las palas –ellas-.

No hay nada más perdido que una sueca en una charcutería de pueblo. Por un lado, la mayor parte del gremio charcutero atraviesa serias dificultades de pronunciación en el sueco. Y, por lo general, se niega a hablar inglés, negativa muy comprensible por las dificultades que el hombre ha de pasar para explicar en la lengua de Pamela Anderson cómo es el proceso de elaboración del jamón serrano –serrano ham- o de la morcilla de Burgos –Burgos black pudding-.

Las suecas no pueden tomar el sol porque se gratinan igual que el queso fresco, así que se pasan el día en la playa ocupadas en todas las demás actividades. Les gusta bañarse, jugar a las palas, hablar a un volumen imperceptible para el oído español y, naturalmente, hacerse las suecas.
Durante la práctica de las palas, las suecas juegan con gafas de sol y eso les impide ver correctamente la trayectoria de la pelota y al resto de los bañistas. En ocasiones, juegan sin gafas de sol, y eso les impide ver correctamente la trayectoria de la pelota y al resto de los bañistas. Es muy frecuente el pelotazo sueco. Sin embargo, por tener ellas una total incontinencia para el tema de los amoríos, sus víctimas nunca son golpeadas por azar.

Cuando una sueca te atiza un pelotazo, puedes estar seguro de que te está invitando a cenar. Si te golpea dos veces, se muere por ti. Si te golpea tres veces, es solo que estás demasiado cerca.

EL IDIOMA

A las suecas les gusta mucho oírte decir “vacker kvinna”, que significa “bella mujer”, porque solo un hombre procedente del medievo podría dirigirse en esos términos a una belleza escandinava del siglo XXI, sin mediar conversación previa y sin más cosa en común que compartir playa. Si quieres asegurarte el éxito, puedes exaltar su belleza con esta otra expresión: “inhle kakhulu”. Significa “muy guapa”. En zulú. No lo entenderá. Pero da igual. Tampoco entenderán tu “vvvvakerkavffinnnnna” por más que pongas los labios como un besugo cantando ópera.

Las suecas están acostumbradas a que todos les digan lo mismo. Por eso casi nadie aprende sueco hoy. Porque todas saben lo que les vas a decir cuando te aproximas y saben lo que te van a responder: “Go spår av Jerez”. Esto es, grosso modo, caminito de Jerez.

LA TRAICIÓN INESPERADA

Si la suerte está de tu lado y consigues como novia a una doble de la bella actriz Helena Mattsson, procura no aullar para celebrarlo. Les molesta muchísimo que la gente levante la voz. Y tampoco pierdas los papeles. Odian a los desordenados. En realidad, las suecas cuando regresan a su lugar de origen, guardan las palas, y vuelven a su extrema frialdad nórdica. Notarás entonces que es más fácil adivinar los sentimientos de una cajonera de Ikea que averiguar lo que está pensando tu doble de Helena Mattsson mientras te mira con esos ojos de melancolía.

Lo doloroso de enamorarse de una sueca en la playa no es que vaya a dejarte plantado mucho antes de Navidad, sino que lo hará por un alce. El secreto mejor guardado de todas esas rubias de ojos azules es que, aunque creas que su corazón lo ocupa Fredrik Ljungberg, ellas sólo tienen ojos para esos cornudos mamíferos. Todas las suecas están enamoradas de los alces. Créeme. Esa chica te dejará por un alce.

EL DESAMOR

¿Y ahora qué? Te lo dije. Es increíble. Con lo felices que erais. Nadie puede entender lo que ha pasado. El abrazo entre Suecia y España se había materializado en vuestros corazones. Asurancetúrix se había lanzado a un solo de lira en tu honor. Y ante vuestro abrazo playero, una lágrima brotaba de un alce joven. Y sin embargo, todo terminó. Parece que fue ayer cuando os conocisteis. Y, en efecto, fue ayer. Así que menos gimoteos y go spår av Jerez.

LA SOLTERÍA

Y evita la depresión post-sueca. Piensa que lo habitual en una sueca –y como consecuencia, en un sueco- es la soltería. En los 80, los únicos singles que venían de Suecia eran los de Roxette. Hoy Estocolmo alcanza un 60% de singles, es decir, de tipos que renuncian a una familia para casarse con el Estado y tener juntos, supongo, un bonito alce.

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