Opinión

Diferenciar o no diferenciar

La educación "diferenciada", (qué palabra tan bien elegida, "diferenciada", aquí cada día aprendemos algo nuevo como en Saber y Ganar), tiene un problema que nunca se menciona y aclararé más abajo. El tema parecía ya superado pero vuelve a estar de actualidad por la decisión de la Xunta de devolver, en contra de la sentencia del Tribunal Constitucional, los conciertos a los cuatro únicos colegios de Galicia que la practican.

Los partidarios de la educación "diferenciada", por sexos claro, nunca hablan del problema porque les asusta y no tienen ni ideas ni soluciones para él. Tanto es así que ni siquiera quieren pensar en él. Por eso voy a intentar explicarlo bien para que se entienda, no haya dudas y nadie me tache de demagógico. Sé que a algunos les podrá parecer hasta humorístico, pero no es nada humorístico. Es muy serio en realidad. Y yo creo que se puede hablar de las cosas serias con humor sin perder la perspectiva. A ver.

Los detractores de la educación "diferenciada" estamos en contra no de que la haya sino de que se pague con dinero público, nada más, cada uno que haga de su capa un sayo. Vale, los niños a una clase y las niñas a otra. Como con Franco. Hasta ahí todo correcto dentro de lo que cabe, que no cabe mucho, creo. La fórmula es algo decimonónica pero ¿qué le vamos a hacer? Si hay padres que lo quieren así, allá ellos.

Pero el problema de fondo es este: ¿y los transgénero dónde piensan ponerlos? La Lomce tendría que aclarar este punto. Sí, ya sé que hay pocos trans, pero tienen los mismos derechos que los demás ¿o no? Tal vez debería habilitarse un nuevo concierto con los colegios partidarios de la educación "diferenciada", por cierto que sería más apropiado llamarla "segregada". Un concierto con ayudas específicas para que esos colegios tan interesados en diferenciar puedan crear terceras aulas: "aulas-trans" podrían llamarse o "transaulas", yo qué sé. En definitiva, que lo de diferenciar puede acabar resultando más difícil de lo que parece.

¡Cielos!, esta tenía que ser la parte humorística del artículo y me estoy liando desde hace rato. No me está quedando nada bien. Casi mejor dejo la columna sin acabar... ciao, amigos.

Perdón. No la voy a dejar sin acabar. No es mi estilo. Me la va a acabar Ryland Whittington, un chavalito californiano que nació niña en 2007 en San Diego (California) y a los cinco años decidió que era niño. Sus padres tras las lógicas reticencias iniciales, no pocas preocupaciones, la oposición e incluso el desprecio de algunos familiares, amigos o vecinos y después de consultar a expertos acabaron al fin por aceptar y apoyar incondicionalmente a su hijo. Ellos lo explican así, mucho mejor que yo: "Ojalá que nuestra voz se oiga y el mundo sea más bueno, más cariñoso, y le haga un sitio a Ryland y a los que son como él".

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