Opinión

De maquilladores y/o peluqueros

Otra profesión curiosa poco reconocida. Distingo en el titular las dos cosas porque los hay que son solo una y los hay que son ambas a la vez. Maquilladores y/o peluqueros. Yo he visto a maquilladores/peluqueros que son realmente magos. Como Moncho Moreno por ejemplo, un tipo que utiliza sus dedos como si fueran pinceles. Y la verdad es que son pinceles capaces de dibujar poemas con una precisión japonesa que da miedo. 
Antes de empezar una sesión Moncho se lava las manos y acto seguido entra en el camerino con ellas en alto, agitando los dedos como un cirujano sin guantes. Después se aplica a lo suyo, la modelo, con todos los dedos a la vez. Y poco a poco la convierte en otra cosa, una distinta.

Sé que no resulta fácil saber que es un maquillador profesional para quien no ha tenido la oportunidad de trabajar con uno. Para entenderlo tendrían que ver ustedes por ejemplo a Moncho, que llega a la sesión en su deportivo descapotable y se va de ella tras hacer su trabajo en el mismo descapotable bromeando sobre todo, sobre cualquier cosa, sobre el tiempo o sobre la propia sesión de fotos. Moncho es un genio que salió un día de Aluche, Carabanchel o no sé de donde (su padre tenía un taller mecánico por ahí, creo) para enseñarnos a los de a pie en qué consiste la belleza. Él la construye con los dedos. He tenido la suerte de trabajar a su lado unas cuantas veces y todas fueron geniales.

Otro maquillador con el que trabajé, en este caso solo una vez, fue Jorge de la Garza uno de los mejores de España y seguramente del mundo. Un maestro. Jorge es un tipo que era arquitecto y un buen día se convirtió en maquillador. Pasó de diseñar edificios a diseñar caras. En una sesión en Barcelona mientras se montaban los flashes, cables, etc., me lo encontré maquillando calmadamente los brazos y las manos de la modelo.

– Los brazos no van a salir en la foto –le dije.
Y él, como buen argentino, contestó rápidamente:
– ¿Y?
Yo no dije nada más. Con aquel "¿y?" lo entendí todo.

Es famosa la anécdota del rodaje de una película de Erich von Stroheim, en la que el director hizo que cientos de extras a los que apenas se los veía en una breve escena, eran un ejército, vistieran para ese momento no ya el traje correspondiente, sino además calzoncillos y calcetines de seda con un escudo bordado a mano en oro. Según parece Erich von Stroheim pensaba "tienen que creérselo, si no, no vale".

Yo también me lo creí cuando me lo dijo Jorge. Me refiero al ¿y? Y quizá por eso las fotos salieron tan bien.
Maquilladores, peluqueros, parecen una tontería pero no lo son. Son la clave de la apariencia, la clave de lo que deseamos y de lo que queremos parecer o ver. La clave de todo.

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