Opinión

Lezón, pintura reivindicativa

Tres mujeres muestran como desgracias (externas) sus desproporcionadas caderas, senos y abdomen, tres mujeres en desacuerdo con sus cuerpos, tres circunstancias en sus jóvenes vidas en camino. Son en realidad un sarcasmo de la artista desde las Tres Gracias canónicas, desnudas, púberes y felices. En ‘luna de miel’ dos mujeres desnudas están dormidas sobre el lecho, negra una, la otra blanca, con una floreada tela que vela desde la transparencia su impudor. Todo ello desde la copia de Gustave Courbet, El sueño, pintura sólo conocida en época reciente tras haber pertenecido a coleccionistas privados. Mas en el decimonónico maestro francés es una explícita escena de gozoso abandono íntimo entre dos muchachas, una morena, otra rubia. Aquella es una denuncia, esta una visión de voyeur, y en ambas se explicita la idea de cosificación y consumo. En ‘Cuando sea mayor’ una oronda niña, con puntillas y lazos en las coletas, posa en una chaise longue con su muñeca Barbie. En el amplio salón burgués hay  en una pared un gran desnudo mitológico... Estas dos son obras de 2009, la primera de 2008. Así son algunas de las obras de María Lezón que cuelga desde hace unas fechas en la Galería Visol: una oferta distinta entre las salas de arte ourensanas. Desde grandes formatos, unos expresivos y coloristas acrílicos de contrastes simples donde el dibujo limita las formas, pinta temas actuales para la mujer contemporánea, la feminidad y estereotipos sociales o políticos.

María Lezón Fernández-Hontoria se licenció en Saskatchewan,  universidad del interior de las anchas tierras de Canadá, en el estado de los indígenas, equidistante del Québec y la British Columbia. Desde 1995 pinta y estudia diseño gráfico, grabado, cerámica. Exposiciones en ese país de Norte América, y además en Marbella, Gijón, Cádiz, Madrid..., y ahora en Ourense a la que trae algo de sus colecciones ‘Del culebrón de la tumbona’, ‘A la tercera la vencida’ o ‘Los peligros de la maternidad’. Esta canadiense española, de origen vasco y conexión ourensana, ha viajado desde Otawa para vivir en la capital de la costa del sol andaluza, con tres hijos en dos años, y una vida en mutación, el tiempo que es oro, más temas y otros escenarios, como en ‘El tren de la vida’: una mujer que entra corriendo en el tren con el niño y un carrito de bebé. Sola. Es otra denuncia, al igual que la de esa mujer objeto sexual en una jaula (el maltratator y Lupita). La artista cree en una mujer decidida e independiente, activa, criticando su rol de objeto, siempre complaciente, su pasividad y victimismo. Desde la ironía y la sátira, inspirada en Frida Khalo y Artemisia Gentileschi, biografías-icono reivindicadas desde el rol de género. Lezón ha reconocido influencias en alguna entrevista de Sylvia Sleigh, galesa recientemente fallecida en Nueva York, que se distinguió por desarrollar un nuevo lenguaje estético feminista desde los años sesenta.

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