Crónica

Cien años de protección

Lágrimas, risas y mucha emoción se dieron cita ayer en Santa Comba con motivo de la doble celebración vecinal del centenario de la declaración de la iglesia visigótica como Monumento Nacional y de los 50 años de la llegada del agua doméstica al pueblo.

A la altura del kilómetro 50 de la carretera OU-540 entre Ourense y la frontera portuguesa, sobre un privilegiado mirador hacia los picos del Xurés, se alza imponente, desde hace 14 siglos, la iglesia de Santa Comba. La joya visigótica banduense, el templo más antiguo de Galicia y el primer Monumento Nacional catalogado en la provincia de Ourense, albergó ayer la celebración vecinal en torno a aquel el 11 de agosto de 1921 en el que se blindó su protección tras una iniciativa pionera del entonces párroco Manuel Castro Rodríguez.

En una actividad organizada desde y para el pueblo, y con la mascarilla por bandera, las familias se dieron cita en el atrio del templo para poner el broche final a un fin de semana de celebraciones. No hubo velas, ni tarta, pero si una misa cantada por las fieles, una sesión vermú y una bella y emotiva semblanza sobre la historia y el presente de Santa Comba a cargo de Noelia, una de las jóvenes del pueblo. Un relato que arrancó en el siglo VII, fecha fundacional del templo que, además de importantes vestigios romanos procedentes de Aquis Querquennis, albergó durante 250 años las reliquias de San Torcuato, discípulo del Apóstol Santiago.

“Han sido días muy intensos, pero ha merecido la pena”, comentaba Soledad Blanco, integrante de la comisión organizadora del centenario del monumento, pero también de los 50 años que han pasado desde la llegada del agua de la traída para su uso doméstico. “Organizamos esta dobre celebración por iso, para que se valore máis a igrexa e tamén a auga, que é un ben escaso e debemos amosar aos máis pequenos o seu valor e importancia e tamén o traballo comunitario”, comentaba Maribel Santos.

Entre los participantes en los festejos se encontraba uno de aquellos 38 hombres y mujeres que, en el año 1971 y contra todo pronóstico según los más incrédulos, lograron traer el agua de la traída desde el monte de A Portela hasta la aldea a través de la cuesta de A Pena.  “Homes, mulleres, alí estabamos todos, dedicábaselle medio día de traballo”, relataba Amador Gómez, que entonces tenía 16 años y “o cura José Benito mandábame coller o cabalo e ir a por unha ola de viño para animar ao persoal”.

Finalizados los actos conmemorativos vecinales, en Santa Comba no cesarán en su empeño de seguir cuidando y conservando sus bienes más preciados. En este sentido, y aprovechando el aniversario, esta semana solicitarán formalmente al Concello de Bande la posibilidad de restablecer el sistema de iluminación exterior del templo que la haga nuevamente visible desde la carretera de Portugal.

Te puede interesar