La formación, el mejor regalo

El pasado sábado se abrían las inscripciones para el Campus Sporty 2026 y, una vez más, la respuesta fue inmediata. En apenas unas horas, las 140 plazas disponibles quedaron completamente cubiertas. Un hecho que no es fruto de la casualidad, sino del trabajo constante y del desarrollo pausado de un proyecto que, edición tras edición, ha sabido ganarse la confianza de las familias y de la sociedad.

Del 1 al 13 de julio de 2026, Allariz acogerá la vigésimo primera edición de este campus multideporte, que se celebra en la localidad desde hace diecinueve años, tras sus dos primeras ediciones fuera de Galicia. A lo largo de este tiempo, el Campus Sporty ha ido consolidándose paso a paso, asentando bases sólidas y manteniendo siempre clara su esencia educativa y humana. En este recorrido, el respaldo institucional también ha sido importante, sumándose de forma determinante al proyecto, mediante su copatrocinio, la Diputación de Ourense.

Ese recorrido progresivo ha generado algo difícil de conseguir y aún más de mantener: un fuerte sentimiento de pertenencia. Con el paso de los años se ha creado una gran familia en torno al campus, formada por participantes, monitores y familias que sienten el proyecto como propio. No es casualidad que, en la actualidad, más de la mitad de los monitores hayan sido en su día acampados. Jóvenes que crecieron dentro del campus, que formaron parte de su personalidad en el propio evento, que nunca han dejado de pertenecer a la familia sportiana y que hoy siguen transmitiendo los valores que en su día aprendieron.

El verdadero éxito del proyecto no se mide únicamente en cifras ni en la rapidez con la que se agotan las plazas

El Campus Sporty es un campus multideporte, pero con un eje muy claro: el fútbol. Es el fútbol el punto de encuentro que une a niños y niñas, desde el que se construyen relaciones y experiencias compartidas que perduran durante todo el año en los campos de la provincia. No es extraño ver, cada fin de semana, enfrentamientos entre niños que compartieron trece días de campamento y que durante la temporada compiten en distintos clubes, pero que mantienen ese lazo especial y único que les dejó el Sporty.

El verdadero éxito del proyecto no se mide únicamente en cifras ni en la rapidez con la que se agotan las plazas. Se mide, sobre todo, en la confianza de los padres y madres que repiten año tras año, que recomiendan la experiencia y que sienten la tranquilidad de dejar a sus hijos en un entorno seguro, cuidado y con un claro propósito formativo. Esa confianza no se improvisa; se construye con coherencia y responsabilidad, con monitores comprometidos y con una manera muy concreta de entender la educación.

En un contexto social marcado por el sedentarismo, el exceso de pantallas y la falta de espacios de convivencia real, el deporte se convierte aquí en una herramienta clave de formación. A través del fútbol y del resto de actividades deportivas se transmiten valores esenciales como el respeto, el esfuerzo, el trabajo en equipo, la gestión emocional, el compañerismo, la superación personal y la convivencia. A ello se suman otros aprendizajes igualmente importantes, como el respeto por la naturaleza, el cuidado de los animales y la atención al entorno, aspectos que forman parte del día a día del campamento y que refuerzan una educación integral.

Y es aquí donde el título cobra todo su sentido. En una sociedad acostumbrada a regalar objetos, experiencias efímeras o bienes materiales, la formación sigue siendo el mejor regalo que se puede ofrecer a un niño o a un joven. Es lo que realmente le aportará un valor añadido cuando sea adulto, lo que permanecerá cuando lo demás desaparezca. Y si esa formación va acompañada de valores, y se transmite a través del deporte, del juego y de la diversión, el impacto es aún mayor. Veintiuna ediciones después, el Campus Sporty sigue demostrando que educar así no solo es posible, sino profundamente necesario.