Hemeroteca | El orensano Alejandro Lorenzo, perdido en el Mont-Blanc

Alejandro Lorenzo, en un ascenso al Mont-Blanc en 1993.
photo_camera Alejandro Lorenzo, en un ascenso al Mont-Blanc en 1993.

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(1) La gendarmería de Chamonix, localidad situada a los pies del Mont-Blanc, en los Alpes franceses, comunicó el pasado lunes la desaparición de Alejandro Lorenzo Rodríguez. La noticia, una de las muchas que en esta fechas se producen desde los grupos de rescate de alta montaña, no dejaría de ser una más, si no fuera porque el desaparecido es el sacerdote orensano, entranador de atletismo del club Pabellón, colaborador de distintos medios de comunicación y uno de los más veteranos montañeros de la provincia, actividad a la que se dedica desde hace más de quince años.

Alejandro Lorenzo inició en los primeros días de agosto el que era un nuevo reto en su afán por superar cotas cada vez mayores en su historial deportivo. Una vez vencida ya hace unos la cima del Mont-Blan -4.807 metros de altitud, en el llamado paraíso de los alpinistas-, este año planteaba la superación de la conocida como "Ruta de los 4.000", expedición en la que se asciende a tres de las cimias del macizo fronterizo. A la de por sí complicada ascensión a una de las crestas de los Alpes, la aventura del sacerdote orensano unía la peculiaridad de que se desarrollaba en solitario.

El día 3, Alejandro Lorenzo partía desde Orense hacia Chamonix. El día 5, desde uno de los refugios antes de iniciar el ascenso, escribía una postal a su familia. Al día siguiente, el mismo que comenzaba un ciclo de tormentas en la zona que no desaparecerías hasta tres días después, el sacerdote orensano se encontraba ya a 4.382 metros, en el refugio de "circunstancias" conocido como Bivouc Vallot, lugar donde fue visto por última vez por dos holandeses que iniciaban el descenso.

Al ser un refugio sin vigilantes y ante lo frecuente de que sean muchos los alpinistas que pasan dos o tres días en la montaña sin volver a sus sedes, la voz de alarma no surgió hasta el 8, el mismo día en el que el grupo de rescate comenzó a movilizarse, en unas labores de rescate que hasta ahora no han dado el resultado apetecido.

(Artículo de 1996)

 

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