Los lazanos vivieron este martes la última jornada del Entroido. Día mágico para los entroideiros de corazón y, en especial, para los peliqueiros veteranos. Ya por la mañana, tras décadas vistiendo el peliqueiro, cogieron zamarra y máscara para llenar la Picota con el sonido de sus chocas. Tranquilamente, 15 peliqueiros veteranos corrieron las calles de Laza mostrando su técnica y arte.
Ya por la tarde, fue el turno de los más jóvenes, quienes corrieron de una esquina a otra de la Praza da Picota siguiendo los consejos y trucos que los más veteranos mostraron en la jornada matinal. Día de luto, de despedida y de guardar el traje en el armario hasta el año que viene.
Despedida
Al anochecer llegó uno de los momentos más esperados por los lazanos: el “Testamento do Burro” y su posterior entierro. Dopa, el entroideiro que lleva más de 30 años encargándose del ritual del testamento, robó carcajadas infinitas a los presentes, quienes incluso se llegaron a emocionar.
Tras el grito de “¡Viva o Entroido de Laza!”, subió desde Outeiro el muñeco que quemarán en el entierro. En el centro de la Picota, los peliqueiros rodearon al “meco” que arderá en llamas. Otros años se realizaba el conjuro de la queimada y el posterior reparto entre los asistentes, pero este año la organización decidió evitar el reparto de la bebida “espirituosa” por precaución ante el coronavirus.
Con el sonido de las chocas resonando en todo el municipio y el meco hecho cenizas, la charanga Mecánica amenizó la noche. Los peliqueiros quitaron el traje, los rituales más ancestrales y enxebres de Laza quedaron completos y los entroideiros exprimieron la última velada al máximo, llorando la marcha del Entroido. Hoy, el contador de los lazanos se reinició para marcar la espera hasta la celebración del 2023, pues los años en Laza van de Entroido en Entroido.
