1º ANIVERSARIO DEL ACCIDENTE DEL LÉREZ

Accidente del Lérez: 3 peritos señalaron a la lluvia y a la carretera

Rosario González, ayer en el exterior del edificio judicial de Pontevedra.
photo_camera Rosario González, ayer en el exterior del edificio judicial de Pontevedra.
La única pasajera superviviente insistió a la jueza que el conductor iba despacio y “no se veía nada”

Ayer no fue un buen día para Rosario González, la única pasajera que sobrevivió al accidente ocurrido el 24 de diciembre del pasado año en la N-541 a la altura de Cerdedo. Durante algo más de media hora, regresó al autobús que se precipitó desde un viaducto al río Lérez para relatar lo qué sucedió ante la jueza de Instrucción 1 de Pontevedra, Casilda Suárez. En su declaración como testigo, detalló los pormenores de ese día: desde que a las 11.15 horas se subió en Vigo a un autobús de Monbus con destino a Monterroso -acompañaba a su amiga María Luz Álvarez, cuya pareja estaba interna en el centro penitenciario de esa localidad lucense- hasta que acabó en el lecho del río, ya de regreso, a las 21,35 horas, a la altura del kilómetro 66,860, así como su posterior traslado, ya inmovilizada, con un collarín y colchón de vacío, al servicio de Urgencias del hospital Montecelo de Pontevedra, entrada la media noche. Ella y su amiga, que falleció con el impacto, no pudieron celebrar la Nochebuena juntas, tal como habían planeado.

Rosario, quien desde el día del accidente no ha podido subirse a un autobús por las crisis de pánico que experimenta, compareció a media mañana junto a su abogada, María Álvarez, del despacho Estrado Abogados de Ourense, en el juzgado pontevedrés. Allí defendió al conductor, el único imputado, por ahora, en el proceso penal por siete homicidios imprudentes (murieron todos los pasajeros menos Rosario). La testigo aseguró que no iba deprisa sino todo lo contrario, amionorando en las curvas, consciente de la lluvia torrencial, y que perdió el control del autocar tras rebasar una balsa de agua. Según su versión, no había farolas -”el conductor tenía que ir a ciegas”-, ni reflectantes en los guardarraíles y llovía de forma torrencial. Ella, aseguró, estaba sentada detrás del conductor y dice que era imposible ver lo qué había justo por delante.

Y no solo defendió el conductor, Carlos Monzón, tal como hizo en una entrevista con La Región, sino que le agradeció -estaba su abogado delante- que la ayudara cuando recuperó la consecuencia con el agua al cuello. González cree que el temporal, el mal estado del asfalto, el encharcamiento de la N-541 y la falta de visibilidad precipitaron el autobús al río.

Precisamente, el letrado que representa a Monzón tiene en su poder tres informes periciales de  expertos diferentes que descartan la velocidad -un informe de la Guardia Civil estima que el conductor iba a 90 km/hora en una zona limitada a 80- y apuntan a las mismas variables ofrecidas ayer por la  superviviente, la única qué puede decir qué ocurría antes de que el conductor perdiera el control del vehículo.

Rosario, que aún está pendiente de una operación por las lesiones en el brazo y espalda, se quejó en sede judicial de la desatención médica que sufre tras el accidente y sin posibilidad de costear el tratamiento que precisa. Rosario es la cuidadora de una hija de 18 años con una importante discapacidad que la mantiene en silla de ruedas.

Su abogada, al término de la declaración, aseguró que quiere indagar sobre el estado de la N-541. Los alcaldes de los municipios por donde transita han criticado en varias ocasiones su elevada siniestralidad y mal estado. Sus siguientes pasos -adelanta- será pedir “que se tome declaración a los responsables de las infraestructuras (titularidad y conservación) así como el plan de mantenimiento del autocar por si tuviera alguna avería o deficiencia en cuanto a sistemas de seguridad activa del vehículo y los servicios de mantenimiento realizados”, apunta María Álvarez. 

Por su parte, la Asociación Gallega de Transporte de Viajeros por Carretera (Galibus) ya ha solicitado a la instructora que cite como imputado al dueño de la empresa a la que pertenecía el autobús, fletado por Monbus Gómez Castro.

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