CRÓNICA

Coronavirus en Ourense | Atrapados en tu propio reality

OURENSE 18/03/2020.- Historias del coronavirus. Confinados en casa, la familia Zayas-Bugallo. José Paz
photo_camera La nueva realidad ha convertido los hogares en una especie de lugar multiusos, incluida en oficina donde ejercer teletrabajo (JOSÉ PAZ).
Tras la novedad en el confinamiento surgen fisuras; el enclaustramiento no forma parte de nuestros deseos. La vida en pareja con hijos adolescentes en un espacio de 80 metros cuadrados las 24 horas es un buen reto.

Planes, planes. Damián, 13 años, el pequeño de la casa, debería estar hoy de exámenes; Aarón, 17 años, de intercambio en Bretaña, y una semana después en París. la madre, Lucía, en la oficina, en el servicio de recaudación de la Agencia Tributaria, y José María, celador, a la espera de una eventual llamada del CHUO como tantas veces. 

Desde el viernes pasado en el que ampliamos nuestro vocabulario con términos como confinamiento o estado de alarma, nuestros planes navegan en la incertidumbre, igual que nuestras vidas. 

10, 30 horas. Desde la casa de los Zayas-Bugallo se ve el Jardín del Posío, al fondo el Instituto y su vetusta armonía. En la calle hay colas para coger el pan, y los bares y comercios siguen cerrados. Si todo este escenario se lo tuviéramos que explicar hace 10 días a alguien muchos pensarían que nuestro juicio anda alterado. 

Lucía, como todos estos días de encierro, arranca a las ocho, el marido un poco después. De menú hoy toca macarrones, el sofrito de cebolla y la carne flota en el ambiente. A las 11,30h arranca en formato teletrabajo: “El viernes estuvimos todavía en la oficina, pero a lo largo del fin de semana nos llegaron instrucciones para conectarnos”, comenta. Lucía trabaja en el servicio de recaudación de la Agencia Tributaria, ahora están divididos en grupos con distintos horarios para no saturar al sistema. Las tareas que están realizando estos días son aquellas que benefician al contribuyente, esas son las instrucciones. Su jornada laboral rematará a las 15,00 horas.

La nueva realidad ha convertido los hogares en una especie de lugar multiusos, incluida en oficina donde ejercer teletrabajo (JOSÉ PAZ).


El despertar


“Venga Aarón, venga, y ponte un pantalón”. La adolescencia es un momento complejo y al mayor de los hijos la fase se le nota. Aarón estos días no se levanta antes de las 11 horas. 

“¿Sabéis -pregunto- cuántos días llevamos encerrados?”. La cuenta es breve pero en la respuesta hay dudas. “¡Esto es desesperante!”, se escucha de fondo. 80 metros cuadrados, dos habitaciones, comedor, cocina y balcón es un espacio restringido para someterse a esta dura prueba de cruda realidad, y aquí no hay nominados que puedan marcharse. 

Dicen los expertos que la manera más viable de superar el encierro es llevar unos hábitos rígidos y mantener el día ocupado. La convivencia familiar nunca es fácil, ahora, una prueba de fuego. “Aquellos tres se llevan bien, yo soy un mundo aparte”, comenta Aarón, pesaroso. “¿Te odian?”. “Hombre, a ver, no creo que sea eso”. 

En casa de los Zayas-Bugallo hay cuatro ordenadores. “¿Móviles?. “Cuatro”, en la aseveración -nos pasa a todos- no hay otra respuesta posible. El encierro nos ha pillado en un momento en el que la tecnología -pensábamos- nos hacía libres, así nos lo han vendido, y sin embargo...

OURENSE 18/03/2020.- Historias del coronavirus. Confinados en casa, la familia Zayas-Bugallo. José Paz

“Tendré que hacer matemáticas, música, gallego, y creo que nada más”, avanza Damián. Por la mañana toca estudiar, de manera laxa. “Por la tarde, rascarse la barriga”, dice Aarón, sin cortapisas, el que peor lleva esto de estar enclaustrado. “Hablo con la peña, veo series, el otro día acabé 'Élite'; ayer una peli, 'Scarface”. 

“Me aburro, por mucho que juegue a la play, al final del día estoy cansado de jugar siempre a lo mismo”, comenta Damián. 

El término aburrimiento se repite. Acomodados al consumo y al ocio, es difícil valorar la vida en sí. “Este golpe nos afecta, pero a ellos hasta les puede venir bien, saber que en algún momento nos puede pasar algo difícil”, apunta José María.

“¿Qué echáis de menos?” “Salir a la calle, quedar con los amigos un rato; contactamos con el móvil, pero no es lo mismo, hablar cara a cara es mucho mejor”, comenta Aarón. El consumo de datos y llamadas -dicen las compañías- se ha disparado estos días, en el fondo es por el anhelo de la vida anterior. 

El espacio de la casa es reducido, pero aún así el comedor y el balcón, donde hay una bicicleta estática sirve de gimnasio improvisado para hacer un poco de ejercicio que desentumezca los músculos y reste estrés a la mente.

De la logística de la casa se encarga José María, que hace las compras para ellos y para la madre de Lucía que vive sola en la avenida de Zamora. Hasta allí irá en un rato. El toque final a los macarrones se lo dará él. Buen provecho. 

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