El ciclo Baltar vivió ayer su último acto público. El durante más de 11 años presidente de la Diputación se despidió desde el sillón de la presidencia en un pleno para aprobar un trámite que duró poco más de un minuto. Manuel Baltar llegó cinco minutos antes al salón de plenos, fue el primero en entrar, acompañado de todos sus diputados detrás de él.
Desde el sillón de presidencia, y tras dar los buenos días y proceder a la aprobación de las actas de las sesiones plenarias anteriores a mano alzada -motivo de la convocatoria de esta última sesión-, lanzó un escueto mensaje de despedida a todos los presentes para dar carpetazo a esta etapa, antes de que el lunes sea relevado por Luis Menor en el pleno de constitución de la nueva corporación provincial: “Moitas grazas a todos pola súa colaboración e participación. Deséxolles moitos éxitos persoais, profesionais e políticos”.
Acto seguido, la bancada popular estalló en aplausos y se puso en pie, contagiando tanto al propio Baltar como uno a uno a los miembros de la oposición que, salvo alguna excepción, acabaron despidiendo al presidente provincial levantados de sus asientos, en un día que ponía fin a una saga de 33 años de baltarismo en la provincia, tras la marcha de Manuel Baltar, que tomó en 2012 el relevo de su padre, José Luis Baltar.
Un acontecimiento que se inmortalizó con varias fotos de grupo tanto dentro del salón de plenos como en la escalinata. No hubo espacio para el rencor en este último capítulo de la saga Baltar, en el que reinó la unanimidad, tanto en la votación de aprobación de actas como en la despedida.
El diputado del BNG, Bernardo Varela, fue el primero en estrechar la mano del presidente en funciones, antes incluso de la sesión, mientras que al acabar también lo despidieron en un ambiente distendido dos de sus grandes rivales políticos, Rafael Rodríguez Villarino, secretario provincial del PSOE, y Gonzalo Pérez Jácome, líder de DO, así como uno por uno el resto de diputados.
