LOS AUDIOS DE JÁCOME

El extraño apagón judicial tras los audios de Jácome

Diez meses después de que saliesen a la luz las grabaciones en las que Jácome se atribuía adjudicaciones a dedo a cambio de cobros en B, no hay noticias de la investigación de la Fiscalía

“Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”, escribió Lucio Anneo Séneca​ (Córdoba, 4 a. C.-Roma, 65 d.C.).

Han pasado ya casi diez meses y dos procesos electorales desde que trascendiese públicamente el audio en el que el alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, perfectamente reconocible por su voz y su pintoresco modo de expresarse, intentaba convencer a dos funcionarios que asumiesen como suya una sanción de tráfico de la alcaldía, un sábado y en Samil.  “O sea, lo que no pueden hacer es que pillen (…) y me apunten a mí. Con eso pierdo votos”, argumentaba Jácome ante la resistencia de ambos a asumir el marrón: “Al final va a salir el nombre por ahí, seguro. Y yo no quiero problemas (…) ¿Qué pinta un funcionario…? ¡Nos van a ir encima a nosotros, joder!”. Y tenían razón, el nombre del cabeza de turco acabó trascendiendo y no era otro que el de Rafael González Cachafeiro, viejo compañero de falcatruadas desde los inicios de ese pseudopartido llamado DO. 

Sólo unas horas después de que esto saliese a la luz pública, y Jácome tuviese conocimiento de la existencia del audio en el que él mismo se delataba, su jefe de Gabinete, Francisco Lorenzo, y el propio alcalde coincidían ante la sede de Infraestructuras, en la madrugada del 6 de mayo, “espídicos”, móvil en mano y ante la vista y el alcance de las cámaras de quienes salían de fiesta por la zona esa noche de viernes a sábado. Constan foto y vídeos del sospechoso encuentro nocturno y testigos presenciales vieron cómo Francisco Lorenzo, ahora concejal de Urbanismo y conocido como “el conseguidor”, salía de la sede con una mochila aparentemente llena.

El nerviosismo y la nocturnidad de Jácome estaba seguramente dando pistas del miedo por el contenido de unas grabaciones que temía acabasen sucediéndose y en las que relataría extrañas adjudicaciones de obras, como la del matadero.

El caso es que más allá de las informaciones publicadas ese sábado, no hubo reacción de oficio en ninguna instancia judicial ourensana. La última consecuencia de aquellos reveladores audios es un requerimiento a los medios que los publicaron para que identifiquen a los periodistas que intervinieron en la redacción de las informaciones. Se investiga, a instancias de una denuncia de Jácome, un posible delito de “revelación de secretos”. 

Revelación de secretos o IA 

Y tiene miga el asunto, por cuanto es el alcalde quien denuncia que se han revelado sus (turbios) secretos, teniendo en cuenta que el propio regidor ha asegurado y sigue asegurando que los audios son un montaje elaborado con inteligencia artificial. ¿En qué quedamos? ¿Secretos revelados o montaje? Lo cierto es que después de aquel primer audio sobre la multa en Samil, se fueron sucediendo otros, a cada cual más escandaloso, en los que en voz de Jácome se oían cosas como  aquello de “si metes el palo, mételo a lo grande”, mientras reflexionaba con su círculo más estrecho cómo obtener dinero de las concesionarias del Concello y presumía de saber cómo lavar esos cobros e incluso ensayaba cómo pedir ese dinero a personas y empresas concretas, después de quedar por teléfono con uno de ellos: “Mira, estamos haciendo para la campaña, la ley te permite financiar un máximo de 50.000, nosotros con esta cantidad nos llega… Oficial o B ¿no?”.

Tampoco hubo reacción alguna de la Justicia ourensana. Ni siquiera cuando los audios sobre posibles comisiones tenían coherencia y coincidencia con las actuaciones del Concello, como ocurrió con la adjudicación de la demolición del matadero a la empresa que había presentado la oferta más cara, por cierto vinculada con quien en los audios era identificado como “el conseguidor”.  “Le dimos el matadero al de Carballiño. Pero claro, al de Carballiño a un sobreprecio de la ostia, porque nos quiso estafar. Nos quiso dar 30.000 euros pero al final tuvo que dar 100.000”, aseguraba Jácome. De lo dicho, lo único que se puede certificar  es la adjudicación de aquella obra a una empresa de Carballiño y al precio más elevado de los presentados al concurso, porque de lo demás no consta investigación de oficio alguna.

Diez meses y medio después de aquello, con los audios en manos de la Fiscalía tal y como fueron entregados a La Región y con un certificado forense de autenticidad, nada se sabe. Sobre Jácome pesan denuncias de sus rivales políticos de su propios socios (ex) y de otros que le gustaría serlo y sobre Ourense se cierne el escarnio nacional y el completo abandono de sus intereses. Mientras, la Justicia ourensana sigue muda y el alcalde, amparado por la pasividad judicial y su consiguiente sentimiento de impunidad campa a sus anchas, gestionando cifras millonarias, con “el conseguidor” elevado a concejal de Urbanismo.

De Nixon a Jácome

Hoy mucha gente se pregunta qué ha sido de aquel escándalo. ¿Qué ha hecho la Justicia? ¿Cómo explicar ese misterioso silencio? Se  podría razonar que si la Justicia americana fuese como la ourensana (salvando honrosas excepciones), el Washington Post estaría bajo sospecha, Woodward y Bernstein habrían librado la trena por los pelos y Nixon seguiría hoy presidiendo los Estados Unidos. Pero para qué irnos tan lejos y salir de España, si la Justicia española fuese como la ourensana, Bárcenas seguiría repartiendo juego en el PP, Rajoy mantendría la Presidencia del Gobierno, Roldán cumplirá una década más dirigiendo la Guardia Civil, con un tal Koldo como hombre de confianza  y Ábalos en la cúpula de Interior.

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