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Enfado y resignación ante las nuevas medidas para la hostelería. Los dueños y responsables de bares y restaurantes se mostraron incrédulos ante la obligación de exigir acreditación para poder acceder al interior de sus locales. Aun así, algunos hosteleros expresaron que cualquier medida que les permita trabajar en interiores es bienvenida ante la necesidad de retomar esa parte de su actividad cuanto antes.
Según Roberto González, miembro de la Asociación de Hostalaría e Restauración Ourensá (AHROU), la medida no ha caído bien. Para Roberto, no tiene ninguna lógica “tener que hacer de policías en la puerta para decir quién pasa y quién no”. Asegura que no es rentable mantener un negocio con los porcentajes establecidos, y menos cuando “no nos han bajado los porcentajes de la luz, o del alquiler”. González no entiende cómo el año pasado sin vacunación “se nos dejó trabajar el 100% en interiores y exteriores y por qué ahora estamos con estas restricciones”. Para él, la medida no tiene sentido y se pregunta si los trabajadores menores de 30 años deben “hacerse pruebas cada 72 horas para trabajar”.
En la misma línea se manifestaron los hosteleros de O Barco de Valdeorras. El propietario del café-teatro “Bajo Cinco”, Manuel Ángel Fernández, considera una “incoherencia” las nuevas restricciones. “É mellor ter un 100% no exterior e pechar o interior. Se os clientes teñen que facer unha PCR para tomar algo dirán: ‘Non vou’”. Este hostelero barquense apunta que en el sector ya hay establecimientos que sopesan ofrecer a sus clientes un set de consumición con la prueba PCR incluida.
Mónica Moldes, propietaria barquense de la Cafetería 13/14, considera que las nuevas medidas “son de risa”. Comentó que “hasta ahora, un diagnóstico médico era confidencial. No le dan la lista de positivos a la Guardia Civil y me lo tienen que decir a mí. La gente me va a decir que quién soy yo para pedir un resultado médico. La ley no me permite pedir eso”, dijo. “Dicen que la culpa no es de los bares, pero las restricciones nos las siguen poniendo”, se quejó, al mismo tiempo que se preguntaba si “para la piscina van a pedir las pruebas también”.
Otros hosteleros se mostraron resignados. Luis Roales del Restaurante Monterrey destacó que “en el extremo en el que estamos, por poco que nos abran la mano para trabajar, es algo”. “No dejan de ser más restricciones, más personal para controlar y más confusión para los clientes”, añadió Roales. También destacó que es posible que se produzcan situaciones incómodas por tener que pedir los datos sanitarios a los clientes.
Una opinión semejante la ofreció Enrique Fidalgo desde O Frade. “Acostumbrados a un largo año de medidas improvisadas y absurdas, tenemos que aceptar lo que nos manden”, comentó Enrique dando la bienvenida a cualquier posibilidad con tal de poder trabajar. No obstante, consideró que las autoridades no son conscientes de “las molestias que nos ocasionan que nos apliquen medidas una semana y otras a la siguiente. Es todo andar metiendo y sacando gente, no sabes a qué atenerte”.
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