Miguel, misionero en cárceles de Bolivia: “Prefiero salir de Bolivia en un cajón que cómplice de injusticias”

Miguel Sotelo, primero por la izquierda, con presos sujetando un documento de solicitud de más espacio en el penal, ya que las celdas se quedan pequeñas.
photo_camera Miguel Sotelo, primero por la izquierda, con presos sujetando un documento de solicitud de más espacio en el penal, ya que las celdas se quedan pequeñas.

Miguel Sotelo, sacerdote de Verín, se fue a hacer las misiones en el 76, “después de la muerte de Franco”, puntualiza con un acento ya más de América Latina que de Galicia. Lleva 20 años en Bolivia, los últimos ocho destinado en las cárceles de Tarija, el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a índice de delincuencia. Ha llegado a recibir amenazas de muerte por denunciar la corrupción en los penales, asegura, pero “prefiero salir en un cajón que cómplice de las injusticias”. 

El hacinamiento en estos penales es máximo y la labor del misionero es aliviar la situación personal de los presos. “Las cárceles de aquí son grandes fabelas, son basureros humanos. La policía les reprime, les vende drogas… La mayoría son presos jóvenes. En ocho años he visto ya 19 muertes en la cárcel. Es muy duro”. Más allá de su misión como sacerdote, también es reivindicativo con la situación de los penales. “He tenido problemas con las autoridades porque yo denuncio la corrupción, pero nunca tuve miedo”. 

Proyecto pionero

Después de unos años como misionero en Brasil, Sotelo jamás pensó terminar en una cárcel. Ahora desarrolla un proyecto pionero en el país: “salas de escucha”. “En 2016 me formé en psicoterapia, quise ayudar a curar sus heridas después de descubrir que con la psicoterapia sané las mías. Tengo 20 personas a la semana en la sala y vale la pena. Solo con que uno o dos salgan libres ya vale la pena”. Afirma que “no utilizo la religión” en esas charlas, solo “si el preso se abre le enseño que el camino de la sanación también está en Jesús”.

Con el dinero de las misiones ourensanas, en una cárcel de Tarija están construyendo un centro de salud, impulsado por este sacerdote. “Tendrá odontología, enfermería, dos salas para internos… Damos las gracias a la ayuda de Ourense”. 

El proyecto de Miguel Sotelo atrajo a ocho voluntarios que ayudan con él a los presos, que viven en condiciones infrahumanas. “Muchos duermen en los pasillos, en uno de los penales hay más de 1.000 presos”. Hay sacerdotes en todas las cárceles, pero también detrás de las rejas: “Los hay presos, muchos por problemas sexuales. La Iglesia también es fruto de una sociedad enferma”. 

Sus raíces

Este sacerdote echa de menos Ourense y su Verín natal, pero ya descubrió que su lugar no está aquí. “Estuve un tiempito en España y no me adapté. Las misiones son mis raíces más profundas, siempre estuve del lado de los más pobres. Sentí la llamada con 21 años y seguiré”.

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