EN OURENSE

La mujer que se suicidó tras matar al hijo vivía en la miseria

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photo_camera Rachid Ezzahir, en la puerta de la casa en la que residía la fallecida. Este marroquí y su mujer ayudaban a la fallecida.
Días antes vendió el televisor a un jordano que la ayudaba: "Su vida no fue fácil, pero siempre estaba alegre"

Julia Jiménez Jiménez (66 años), la vecina de la avenida de Portugal de la ciudad que se quitó la vida tras matar a su hijo, de 45 años, -estaba tetrapléjico en el centro asistencial para mayores dependientes de Barrocás-, vivía prácticamente en la miseria. Salía adelante con la ayuda de Cáritas y el dinero, además de comida, que le facilitan cuatro familias de inmigrantes marroquíes y el gerente del kebab Lamizan, Rami Merie, natural de Jordania, a los que recurría en los últimos años cuando "se veía desesperada".

La Policía Nacional investiga ambas muertes, centrando las pesquisas en la de su hijo, Antonio Javier Fernández Jiménez, alias Tarzanín, con un amplio historial delictivo a sus espaldas. Pero las personas que solían ayudar a Julia Jiménez tienen claro lo que ha pasado: puso fin a su vida cansada de tanta pobreza y sufrimiento y no quería dejar solo a su hijo. "No tenía nada, ni para comer, y siempre quería estar cerca de su hijo", asegura Rachid Ezzahir, que durante un tiempo convivió puerta con puerta con la fallecida. "Mi mujer le trajo comida hace dos días y le pidió que le diera un abrazo", añade entre sollozos. "Era una mujer buena y alegre. Siempre estaba contenta", recuerda.

Julia Jiménez residía en una casa (planta baja, primer piso y buhardilla), situada en el número 113 de la avenida de Portugal, en la que habitan otras cuatro familias marroquíes. "El pasado lunes, un familiar de mi mujer -reside en el mismo inmueble- viajaba a Marruecos y, antes de salir, quiso despedirse de ella. Le preguntó a su hijo y le dijo que estaba durmiendo, pero es le pidió que la despertase y se despidiese. Mi familiar, al entrar en la habitación, comprobó que estaba muerta", explica Rachid. "No sé por qué no nos pidió ayuda", comenta en voz baja.


"Que no pasara hambre"


La fallecida, según sus vecinos, percibía una ayuda, pero en la actualidad estaba renovando la documentación para que le volviera a ser concedida. A escasos metros del inmueble está el establecimiento Kebab Lamizan. Su gerente, Rami Merie, está al corriente de la tragedia. "Julia necesitaba, no tenía nada y le dábamos comida todos los días para que al menos no pasara hambre", afirma el hostelero, natural de Jordania, puntualizando que no quiere protagonismo. "Lo hacía por Dios, nada más", recalca.

Julia llevaba años pidiendo ayuda a este hostelero, que le facilitaba, además de comida, también dinero. "En el almacén tengo sin quitar de la bolsa su televisor. Yo no la quería. Acababa de comprar una, pero ella mandó a Rachid para que se la comprase por 40 euros, que precisaba el dinero", recuerda Rami Merie, añadiendo le dijo: 'Toma, dale 50 euros".

Los vecinos coinciden en que la fallecida estaba desde hace años muy apegada a su hijo tetrapléjico, "y tenía esperanzas de que se recuperara, pero no veía avances en su salud", aseguran.

Julia Jiménez, al igual que el resto de inquilinos del inmueble, residía de alquiler. "Podía llevar algún mes con retraso, pero era muy pagadora. No sé cómo se las apañaba", afirma el dueño de la vivienda, reconociendo las necesidades y mala situación económica en que se encontraba. "Pregunte a los vecinos de toda la calle, nadie tiene una queja de ella. Siempre estaba alegre", argumenta, recordando que "su vida no fue fácil, ya con su marido y después con los dos hijos". 


Su otro hijo hace unos meses que salió de la cárcel


La casa de Julia Jiménez continuaba ayer ocupada por su otro hijo, de 45 años, que hace unos meses que salió de prisión y en la actualidad no dispone de trabajo.

Su madre dejó una carta, en la que, según fuentes de la investigación, pide que  le concedan a él su pensión. El hombre está conmocionado con lo sucedido. Los vecinos lo están apoyando. 

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