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Una parte del patrimonio construido de la ciudad tiene el cartel de “se vende”. Se trata, incluso, de edificios enteros, la mayor parte deshabitados y que esperan una nueva vida, que no siempre llega. Según datos del sector inmobiliario, al menos 120 edificios están a la venta en el casco urbano de Ourense, sumando un valor comercial de casi 43 millones de euros. Son los que están en los catálogos de las agencias para encontrar comprador, pero hay decenas más que están abandonados y ni siquiera esperan ser comercializados.
La mayor parte, casi medio centenar, se ubica en la zona histórica, seguidos por el barrio de O Couto, con más de una veintena, mientras que en zonas como O Vinteún y el centro de la ciudad hay 17 y 14, respectivamente.
Una de las últimas edificaciones urbanas en sumarse a la lista es una pareja de inmuebles de viviendas que se ubica en Pena Trevinca, esquina con la Rúa Coruña, a la venta por 1,6 millones de euros, uno de los precios más altos de cuantos inmuebles enteros están a la venta en la actualidad. Según el arquitecto Jorge Seguín, de la inmobiliaria Isla de la Luz, “uno de los edificios es de una familia y el otro de un promotor y ahora están a la venta”. Subraya que el planeamiento actual le permite construir siete alturas, con 20 viviendas, en vez de las cinco actuales, “si bien hay que tirar ambos inmuebles porque es más barato construir de nuevo que rehabilitarlos”. Por el momento, dice, “hay interés por parte de algún comprador”. Entre ambos suman casi 1.500 metros cuadrados de superficie construida.
Esperan dueño otras muchas edificaciones, sobre todo en el casco histórico, particularmente en la zona sur, castigada por el abandono de los últimos años. Pedro Seara, presidente de la Asociación de Propietarios de Fincas Urbanas, achaca al “retraso en la reforma del plan especial del casco histórico” la postración actual. Reconoce también que “rehabilitar es más caro que construir obra nueva y eso puede echar para atrás a muchos interesados”.
Pero, en su opinión, en la despoblación de esta trama urbana inciden otros factores: “Hay zonas en las que no hay aparcamientos ni servicios básicos como un supermercado, ya no digamos accesibilidad”. Propone “a todos los políticos que aspiran a gobernar la ciudad” que hagan la zona lo suficientemente atractiva como para atraer a nuevos pobladores. Seara cree que “si no hay gente que habite los edificios en el casco histórico porque piense que no merece la pena vivir allí, no hay nada que hacer”.
Casi todos los edificios que están a la venta responden al mismo perfil: antiguos, con problemas de accesibilidad, sin garaje y con restricciones para la rehabilitación, sobre todo en zonas protegidas. El envejecimiento de los propietarios, la emigración de sus descendientes o los problemas de herencias juegan un papel descisivo para explicar el abandono. Julio Rojo, de la agencia inmobiliaria Norz, tiene entre su catálogo varios inmuebles y explica que “en Ourense apenas hay inversores para hacer frente a compras de este tipo”, por lo tanto el de la ciudad “es un mercado difícil”. Por si fuesen pocas razones, “el aumento de los costes de los materiales de construcción y al mano de obra echan para atrás muchas operaciones, sobre todo para rehabilitar”.
Por si fuese poco, la falta de planeamiento o de la reforma del existente en la zona antigua enfría cualquier posibilidad de recuperación. A eso se añade la falta de ayudas, como advierte Rojo, que sí las ve para las viviendas en la zona rural, “que sí se están vendiendo”. Pedro Seara, de Fincas Urbanas, pone en valor los pasos de la Xunta para recuperar edificios en la zona antigua, pero exige a las administraciones “ser más ambiciosas en sus medidas”. Mientras, los expedientes de ruina se suceden “y algunos inmuebles pueden sufrir un efecto dominó en caso de incendio” por el mal estado de conservación.
Algo más de un tercio de los edificios en venta está en el casco histórico, según los datos de Adriana López, de Remax Hábitat. Detecta interés en el mercado de vivienda o piso turístico, no tanto para residir. En ocasiones hay “un déficit de conservación y eso hace que la inversión en rehabilitación sea mayor”. Igualmente percibe que la población decrece, que el mercado es muy cambiante y coincide con todos los operadores del sector: el planeamiento está anticuado, lo que condena a este tipo de propiedades.
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