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Semana de la Movilidad
Las ciudades europeas conmemoran a partir de hoy una nueva Semana de la Movilidad, un momento perfecto para hacer una radiografía del grado de cumplimiento de Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) en la ciudad de Ourense, aprobado en 2019, poco después de la llegada de Gonzalo Jácome a la alcaldía, y que actualmente tiene más del 80% de las medidas que se preveían a cuatro años visto sin implantar.
La ansiada pacificación del tráfico, uno de los principales caballos de batalla de las urbes españolas, y también uno de los ejes clave al empezar este mandato, se ha quedado en nada. El PMUS en vigor desde noviembre de 2019 para dar un lavado de cara total a la ciudad ha quedado en papel mojado. Apenas cinco de la treintena de medidas que tenían que estar en marcha han tenido algún tipo de avance, en ocasiones incompletas, y otros, como la reducción de la velocidad, impuestas desde otras esferas.
La mayor parte de decisiones políticas en materia de movilidad han supuesto dar pasos atrás en esta materia. Hitos construidos en las dos décadas anteriores, como la regulación del tráfico en el Casco Vello, han sido dilapidados. Los bolardos han cumplido ya casi cuatro años desactivados sin que el Concello haya sido capaz de poner en marcha las cámaras de control, cuyo pliego lleva meses paralizado por falta de crédito, y la zona antigua sigue convertida en un paraíso del motor.
La renuncia explícita de Jácome a carriles bici, la ausencia de una hoja de ruta de peatonalizaciones (no se ha vuelto a restringir al tráfico una calle desde la ya prevista de Concordia), el retraso en la licitación del pliego de los autobuses, la ausencia de los prometidos aparcamientos disuasorios, el aumento de coches mal estacionados en paradas de autobús o el caos en el entorno de los centros escolares son algunas de las banderas de la ciudad. A esto se suma que algunos de los cumplimientos, como los elementos de calmado de tráfico a través de nuevos pasos de peatones no se ajustan a la normativa, lo que ha generado críticas entre los especialistas en la materia.
Solo los planes de movilidad vertical mediante el uso de rampas mecánicas y ascensores, unas ideas ya contempladas en el PMUS antes de la llegada de Gonzalo Pérez Jácome, han tenido impulso, aunque a una velocidad mucho más reducida. Solo están activas las de Concordia, cuando a estas alturas, según la hoja de ruta del Plan de Movilidad, debería haber muchas más en funcionamiento. En el olvido ha quedado la famosa “gran almendra central” que permitiría peatonalizar todas las calles desde el Posío al Campus, y mucho más lejos de prosperar está el uso del transporte metropolitano, el servicio de préstamo de bicicletas o la instalación de puntos de recarga eléctrica.
Ourense sigue con todos los deberes por delante. Y sin una hoja de ruta definida.
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