Sucesos en Ourense | Un tiroteo en la gasolinera de Tamallancos deja cuatro heridos

El suceso se desató por un conflicto entre dos familias y el tirador quiso vengarse a disparos

Un hombre armado con una escopeta de perdigones protagonizó este martes un tiroteo en la gasolinera de Tamallancos (Vilamarín) y fue detenido pocas horas después, tras dejar a tres personas heridas graves y una cuarta leve que, además, sufrió un ataque de nervios. Todas ellas tuvieron que ser trasladadas de urgencia al CHUO.

Los hechos ocurrieron a las 16,05 horas. Un grupo de cinco amigos jugaba la partida en el interior de la estación de servicio y, pocas mesas más allá, tres personas comían juntas. Otros clientes estaban de paso. Todos ellos coincidieron en espacio y tiempo cuando el identificado como E.M.M. irrumpió pegando tiros, sin mediar palabra. Tenía un objetivo claro: dar al hombre que se había “llevado a su hija”, o eso dijeron los testigos presenciales. Conocidos de los implicados, explicaron que “las tres personas que tomaban algo en la gasolinera, de etnia gitana, tomaron (incorporaron a la familia) a la hija del hombre armado y él vino a ajustar cuentas”. No murió nadie. Sin embargo, estas tres personas recibieron impactos de perdigón: en un brazo; en una pierna y un mismo lesionado fue alcanzado en la espalda y el abdomen. No hubo que lamentar fallecidos, por suerte o porque cuando los clientes escucharon el primer disparo, que se produjo fuera del establecimiento, huyeron a esconderse en la cocina y en un almacén cercano.

 “Pudimos abrir la puerta y refugiarnos. Agarramos la manilla hasta el final, por si venía a por nosotros. Fue un susto de muerte”, explica  uno de los clientes. Su coche recibió un impacto de bala que reventó parte del capó y mientras relataba lo sucedido, temblando y en estado de shock, el perjudicado trataba de hacerle fotografías al vehículo para denunciar al día siguiente. 

Los clientes que se escondieron en la cocina sí que resultaron heridos: “El tirador llegó hasta allí, una mujer no paraba de gritar”, indica. En la zona quedaron restos de sangre que, horas más tarde, todavía seguían sin fregar dado el vallado y el revuelo que se había formado. Lo mismo en el exterior, las víctimas que trataron de escapar gotearon sangre por el asfalto, donde todavía quedaban los perdigones. 

Cronología

Los disparos comenzaron en el exterior, pero fue dentro donde las tres personas resultaron heridas. “Se notaba que venía a por alguien, iba muy decidido, pegaba dos tiros seguidos y  cargaba la escopeta. Nunca en mi vida me vi en una igual, los que nos refugiamos en el almacén solo queríamos sujetar el pomo, impedir que lo abriese”, relata otro testigo. Antes de ponerse a “salvo”, uno de los hombres que jugaba la partida resultó herido por el impacto -no directo- de uno de los disparos.  A los otros tres si que les alcanzaron directamente las balas, comenzando a sangrar y uno de ellos llegó a desplomarse. 

El camarero no estaba en escena cuando se produjeron los primeros disparos. “Yo escuché los disparos, me acerqué y vi que había un hombre herido, luego se escuchó otro en la cocina”, explica. “Sentí miedo, sobre todo porque había una señora pegando gritos, el resto del mundo estaba en shock”, relata. Tratando de quitar  hierro al asunto dice que por momentos, creyó estar en Venezuela, su país natal: “Es la primera vez en mi vida que veo algo así en España, estoy impresionado”, reconoce. 

Momentos más tarde de que se produjese el suceso, la Guardia Civil acordonaba la zona y los afectados,  una mujer de 39 años y tres hombres, de 18, de 46  y de 77 años fueron trasladados en helicóptero y en dos ambulancias al CHUO. El tirador, E.M.M., un hombre de 48 años residente en Amoeiro -también de etnia gitana-, trató de darse a la fuga en un vehículo. Sin embargo, dos horas más tarde, el Instituto Armado daba con él. En su coche encontraron la escopeta que supuestamente había empleado en el ataque. Fue detenido como presunto autor de un delito de tentativa de homicidio. La Guardia Civil continúa investigando los hechos.

Manos a la obra en medio de la crisis: tijeras y torniquetes

La amenaza de muerte, acompañada del sonido de los disparos y los gritos de una de las afectadas, provocaron que la mayoría de los presentes pensasen en ponerse a salvo. Trataron de esconderse a toda costa para evitar ser alcanzados por un perdigón del tirador. Sin embargo, una trabajadora de la estación de servicio, Rosa, prefirió hacerse con unas tijeras y salir al rescate de sus clientes. 

“Había sangre en suelo, no lo pensé y salí. Comencé a recortar la ropa de uno de los heridos y, tras romper algunas camisetas le hice un torniquete”, relata. Este método es uno de los más efectivos para frenar una hemorragia cuando el sangrado no se detiene tras aplicar quince minutos de presión. 

“La gente gritaba ‘ayuda, ayuda, ayuda’ y la ambulancia no llegaba, así que salí a hacer lo que pude”, explica. Uno por uno, el herido de bala en el brazo, la herida en la pierna y el hombre que fue disparado en la espalda y en el abdomen, recibieron la ayuda, la venda que Rosa les puso a todos ellos. 

Mientras relataba lo sucedido, se mostraba nerviosa pero entera, sus conocimientos previos en primeros auxilios, fueron en esta ocasión claves para frenar las hemorragias.

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