Vuelve a Ourense la era del estraperlo

El problema en el suministro de productos provoca escenas que parecen sacadas de una película sobre la ley seca estadounidense de los años 20, y es que ya se ven en algunos lugares a vendedores clandestinos de alcohol, al más puro estilo Al Capone. Iago Fernández realizaba la semana pasada su ruta de reparto de hielo, para la compañía Iceman Ourense, cuando en una de sus habituales paradas en el Cash Récord, en el concello de San Cibrao das Viñas, se encontró con una peculiar vendedora. “Yo fui a llevar hielo al Cash y estaba una señora justo enfrente del local, con el maletero abierto y vendiendo Seagram´s”, afirmó, y agregó que sintió una gran sorpresa al ver que lo hacía sin intentar ocultarse lo más mínimo y en el aparcamiento de la distribuidora, donde tiene un acceso directo con los hosteleros más desesperados. Otras fuentes destacaron que el precio al que se vende es muy superior al de venta al público, ya que piden 20 euros por cada botella, mientras que habitualmente su precio ronda los 14 euros, por lo que este negocio reporta unos beneficios del 33% en cada operación. Además buscan lugares estratégicos, y en este caso la vendedora se sitúa frente a una tienda que no tiene existencias de este producto, lo que hace que su particular negocio pueda parecer más atractivo para los empresarios que salen con las manos vacías del local. Para los hosteleros esto no representa una solución, ya que este tipo de operaciones tienen un gran riesgo al no estar acreditado que el contenido de la botella cumpla con ningún requisito legal. “Yo hubiera llamado directamente a la Policía Local”, afirmó enfadado el hostelero Serafín Rodríguez, quien también carga contra los posibles compradores de esta mercancía. “Si es curioso que pueda vender eso más curioso es quien puede comprarlo, porque es una estafa, hay que estar mal de la cabeza. Por 40 euros compras dos botellas de Puerto de Indias o de Nordés, que son de mucha mejor calidad”, agregó. Otros vendedores, que prefieren mantenerse en el anonimato, encuentran la solución en el país vecino, y desde Portugal está entrando parte de la mercancía que falta, como en los tiempos del “comercio de la raia”. La estrategia pasa por conseguir el mayor número de botellas posible, que puedan servir de sustento cuando llegue la época de vacas -aún más- flacas. Las jugueterías temen por su stock de cara a la campaña navideña La escasez en las bebidas alcohólicas, lejos de ser un caso aislado, es solo el síntoma de un problema global, que afecta con mayor énfasis a los productos importados, una práctica muy común en el sector de las jugueterías, que ahora miran con preocupación a una campaña navideña que puede ser menos beneficiosa de lo habitual. En Toy Planet, una de las tiendas del centro de la ciudad, realizaron su mayor pedido a principios de año, y con esa mercancía puede que tengan que afrontar los siguientes meses. “Nos dijeron que con lo que se pida a partir de ahora puede haber problemas”, afirmaron desde el comercio, donde huyen del alarmismo y aseguran que pese a los problemas ningún niño quedará con las manos vacías. ”Miedo claro que tenemos, creo que las navidades serán buenas, porque siempre al niño un juguete se le va a llevar, pero sí que hay cosas que puede que no lleguen”, agregaron. En el caso de los juguetes, además del precio de las materias influye la escasez de componentes electrónicos. “Lo achacan a los chips, a que hay pocos transportistas y a que hay problemas en las aduanas”, valoraron. Aunque los juguetes llenen las estanterías, lo que se verá perjudicado es el bolsillo del comprador, ya que “dijeron que los precios van a subir cinco euros más o menos”.