Yoyo, un “buen tío” que enviaba parte del sueldo a su familia

Lazo negro en el restaurante donde trabajaba Yoandro.
photo_camera Lazo negro en el restaurante donde trabajaba Yoandro. (FOTO: XESÚS FARIÑAS)
El joven de 24 años falleció ahogado en la madrugada de este domingo en el embalse de Castrelo de Miño

Yoandro José Ibarra Álvarez trabajaba en el Auriga, restaurante de la zona del Polvorín, desde principios de 2020, donde era muy querido y definido como atento y amable por los clientes. “Era súper hablador, animado y siempre sonreía. Era gracioso hasta en los peores momentos”, señala uno de sus amigos más cercanos. Se hacía llamar Yoyo, como lo conocían todos, que coinciden en que era “un buen tío”. Era la primera vez que iba al embalse de Castrelo, donde había quedado con su novia y otra pareja para relajarse tras su jornada laboral. Se tomaron algo y decidieron darse un chapuzón. Se había tirado tres veces para refrescarse. Sus amigos pensaron que estaba de broma cuando fue hasta la boya y empezó a patalear. Pero lo perdieron de vista.

La familia está en Cuba, y según personas cercanas, “la madre estaba en shock” tras conocer la noticia por la mañana, al igual que amigos y compañeros, incapaces de contener las lágrimas. “Nadie tiene ánimo”, señalaba uno de ellos. La consternación era máxima. “Estamos desencajados, hace unos días que estaba soplando las velas (cumpió el 11 de julio 24 años)”, explicaba otro. Es un golpe tremendo. Aquí tenía ya amigos y, sobre todo,  la novia con la que compartía su vida y un cachorro, Ghost, que incluso tenía cuenta de Instagram.

Y es que tanto Yoyo como su novia eran dos personas muy activas en redes sociales, donde compartían fotos juntos, y él aprovechaba estos últimos días para compartir mensajes de apoyo a las manifestaciones del pueblo cubano. Porque Yoyo era cubano por los cuatro costados. Allí estudió el Bachillerato hasta 2015 y ahora vivía feliz en Ourense con su novia, su perro y el buen rollo en el trabajo. La comunidad cubana de Ourense decidió juntarse y consultar al cónsul la posibilidad de repatriar el cuerpo a Cuba donde está toda su familia, a quien Yoyo estaba muy unido: les enviaba 300 euros al mes de su sueldo. Cuando tengan las cenizas, se procederá a la repatriación, que el restaurante se comprometió a sufragar. 

Todos en el Auriga lo consideraban ya de la familia. El restaurante está de luto y colocó un lazo negro en la entrada, dejando en sus redes un mensaje de despedida: “Sentimos a perda dun dos nosos compañeiros e, sobre todo, amigo”.   La comunidad cubana se comprometió también  “a poner dinero” si hace falta.

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