Los carrabouxos, también llamados bugallos o cocas, son muy conocidos en Galicia debido a la importancia de este elemento en la elaboración de los maios, pero pocas personas conocen su origen. Hay gente que afirma que son el fruto de los "carballos", robles en castellano, y no andan demasiado lejos de la realidad. Parece mentira que, estando tan habitada de carballos como está Galicia, tanta gente desconozca que su fruto es la bellota y no los carrabouxos.
Llamar al carrabouxo fruto de carballo no está tan lejos de ser correcto, pues esta formación es el resultado de una agalla. Una agalla es un crecimiento vegetal anormal debido, principalmente, a la afección de algún parásito. En el caso de los carrabouxos se debe a la puesta de huevos de una avispa en el fruto joven de un roble. A raíz de la infección el fruto crece malformado, ya que en su interior se encuentran los huevos de este insecto.
Los usos del carrabouxo
Actualmente el principal uso de esta malformación es la decorativa, pues es un elemento muy típico de las construcciones que se realizan en los maios, pero antiguamente tenía otros usos de lo más interesantes.
El principal y el más conocido es el uso que se le daba comúnmente, utilizado para la elaboración de tinta. Para ello, se mezclaba este elemento con sulfato ferroso, agua, goma arábiga y clavos de olor (nombre que recibe las flores de la Syzygium aromaticum). Con estos tres elementos antiguamente se elaboraba la tinta con la que se escribían los textos, habiendo existido en la historia de España desde la Edad Media.
Ahora que conocemos el verdadero origen de los carrabouxos y su importante uso en la antigüedad no los veremos con los mismos ojos mientras paseemos por la calle y veamos los maios decorados con esta agalla acompañando el musgo y la xesta.
