Libros raros y curiosos sobre Ourense-23 | 1910

Las aguas de Cabreiroá, entre las mejores del mundo

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El señor F. Murillo firma un folleto de larguísimo titulo: “Memoria descriptiva e Indicaciones Terapéuticas de las nuevas aguas Minero–Medicinales de Verín, manantial de Cabreiroá”. No menos largos son los méritos académicos y profesionales del autor descritos en la portada del mismo: “Ex interno de la Facultad de Medicina de Barcelona, ex ayudante de las clínicas y laboratorios de Berlín, miembro efectivo de la Sociedad Quirúrgica alemana y Jefe de la Sección de Sueroterapia del Instituto Alfonso XIII”. En 47 paginas describe científicamente el señor Murillo el valor de las aguas de Cabreiroá y sus atractivos turísticos, incluyendo 12 fotografías. Impreso en la Imprenta Alemana de Madrid, el informe vio la luz en 1910.

Todo empezó en los primeros años del siglo XX. Según cuenta el doctor Murillo, en un prado de Cabreiroá había una charca cuya agua utilizaban los vecinos para el dolor de estómago, las llagas y las enfermedades de la vejiga. Entre esos vecinos estaba el párroco, quien decidió limpiar la charca, ahondarla y cuidarla, lo que provocó cientos de visitas de enfermos. En 1904 alguien decide comprar el manantial después de conseguir informes favorables de especialistas ingleses, y realizan obras de “embellecimiento y confort”.

Murillo sitúa Verín a 72 kilómetros de la capital de la provincia en un valle “frondoso y pintoresco”. Al manantial de Cabreiroá lo describe “en medio de prados floridos, alamedas y castañales”. Allí brota el agua “fresca, inodora y transparente como el cristal”, con un caudal de 8 litros por minuto a 16 grados todos los días del año, y un sabor “agradable, fresco, suavemente picante y gran cantidad de menudas burbujas”. En cuanto al análisis higiénico corría a cargo, nada menos, que de don Santiago Ramón y Cajal, quien escribió: “Se debe calificar esta agua entre las mas puras y de excelentes condiciones higiénicas”. Los numerosos análisis encargados por los nuevos propietarios sitúan las aguas de Cabreiroá entre las acidulo-bicarbonatado-sódico –líticas”, según Murillo, y como únicas aguas en la península y el extranjero que reúnen esos tres importantes elementos. Asegura el autor que ni las aguas de Vichy (Francia), ni las catalanas de Vals, ni las suizas de Tarasp, ni las de Marienbad, ni las de Vidago (Portugal) igualan a las de Verín.

¿Cómo actúan en el organismo?

Tienen un efecto detergente y antiácido, neutralizan los ácidos del estomago, favorecen el jugo pancreático, alcaliniza la sangre, fludifíca la bilis, alcaliniza la orina y son diuréticas. Todos estos y muchos más son los efectos del agua de Cabreiroá cuando se beben, pero no es menos importante su acción en el baño: “Saponifica las grasas, disuelve la secreción sebácea de la piel, abre los poros. Administradas unas cuantas cucharadas a los niños de pecho con trastornos digestivos, hacen milagros”. Pero ojo, los enfermos de cánceres viscerales, calculósis avanzada, gastritis intersticial y degeneración amilodea del hígado y los riñones, mejor deben abstenerse de venir a Cabreiroá, según Murillo. Y aunque la tradición asegura que el valor terapéutico de las aguas aumenta cuando se beben en la fuente, Murillo cree que también son eficaces si se beben en casa, acompañadas siempre de un régimen dietético apropiado a cada enfermedad.

Un hotel de líneas severas y recios muros

Una vez están claras las virtudes de las aguas de Cabreiroá, el autor de la Memoria dedica atención a la parte turística, empezando por describir el hotel inagurado en 1904 por su propietario, el mecenas multimillonario señor García Barbón y obra del arquitecto Vázquez Gulías: “De líneas severas y recios muros, escalera monumental, amplio vestíbulo, salón de recreo, comedor suntuoso, habitaciones decoradas con exquisita elegancia, amplias y dotadas de luz y ventilación, etc”. El hotel dispone de agua potable procedente de un manantial situado en el monte a dos kilómetros. Los enfermos cuentan con un kiosko “de gallarda arquitectura” en el que esperar su turno para beber. Además los propietarios del balneario, a los que Murillo alude frecuentemente pero nunca da su nombre, construyeron una carretera del balneario a Verín y una línea de tranvía que traslada “comodamente” a los viajeros en diez minutos. El autor considera una “excursión de recreo” las cuatro horas que tardan los autobuses públicos en hacer el recorrido Ourense-Verín, con salida de la ciudad a las 4 de la tarde y llegada a Verin a las 8 de la noche. Además del Hotel del balneario, Verín, informa Murillo, cuenta con “acreditadas fondas y hospederías, iglesias, comercios, paseos, casino y todo lo indispensable a la vida del forastero”. La temporada oficial del balneario era del 15 de junio al 30 de septiembre.

(Fondo Biblioteca Diputación).

NOTA – El edificio del Balneario sigue en pie, cerrado hace muchos años . En la actualidad es propiedad de la empresa coruñesa “Estrella Galicia”.

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