Abdicación acertada

A comienzos del año quería seguir "moderando" la convivencia entre los españoles. De pronto, como un repentino escopetazo le dice al presidente del Gobierno que avía los bártulos y abdica, dejando tras sí una situación invivible, política, territorial y social, por mucho que los turiferarios habituales cuenten las Mil y una noches en verso. Y ya hay quien pide consulta acerca de la forma de Estado que debería acordarse para el futuro próximo. Menuda situación le queda al sucesor del sucedido. Milagros precisará para reflotar el invento.

Por lo demás, si hacemos caso de lo establecido en el Derecho Público, hace ya tiempo que el aún monarca se incapacitó a sí mismo para reinar cuando firmó la Ley de Memoria Histórica, que declaraba "ilegítimo" el anterior régimen, del que procede tras jurar aquellos Principios Fundamentales del Movimiento, cuando fue proclamado "sucesor a título de Rey", según la legalidad vigente en aquel momento. Y puesto que los actos de un régimen y gobierno ilegítimos son nulos de pleno derecho, el monarca se deslegitima para ocupar el Trono.

Una ley, la malhadada de Memoria Histórica, que el Gobierno de Rajoy no quiso derogar, a pesar de contar con holgada mayoría para conseguir tal empeño. Y así, de prisa y corriendo, sin estar redactada la norma orgánica reguladora de la sucesión -señal clarísima de que al stablishment político le importaba una higa la tan cacareada "soberanía popular"-, ahora se despide con una especie de saludo como el que su abuelo, Alfonso XIII le dijo a un fidelísimo súbdito que le instaba a conservar el trono en abril de 1931... "Aprés moi le déluge": Después de mí, el diluvio. Así se lo zampó en la cara a su fiel ministro Juan de la Cierva y Peñafiel. Pues... más o menos, lo mismo. Por algo dicen los sabios que la Historia se repite... como farsa.