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Desde hace muchos años he sido un apasionado lector de todos sus cuentos -exactamente hasta el año 2009, con “El aniversario de Astérix y Obélix”, había sido el último leído- pero hace unos días he visto con sorpresa que había unos cuatro más editados, y mira tú, que un forofo, fan o “fósforo” tan amante de esa aldea perdida de los galos no se había enterado ni dado cuenta. Totalmente desapercibidos me pasaron. ¿En dónde estaría pastando, durante tanto tiempo? Me he preguntado una y otra vez, como pasmado. Pues pasmado tuve que andar. Pero la verdad es que sí. Fueron años difíciles.
Pero ahora, adelantándome el regalo de Navidad, he acudido presuroso, como un novato cualquiera, a la librería y me he acopiado de todos los existentes. Con ellos he pasado sus buenos y entrañables momentos de alegría y buen pasar, amén de aprender a leer, pues en definitiva los comics son como los grandes amigos que empujan y animan a adentrarse en el rico mundo de las letras, manantial, ya digo, de goce, disfrute y felicidad, vamos un medio de entretenimiento y distracción que relaja, divierte y enseña al mismo tiempo. Y que he practicado en cualquier tiempo, edad, lugar y situación. Un universo de imágenes que plantean ideas muy elementales y que requieren de palabras para darles explicaciones orales que refuerzan el proceso de decodificación.
Pero después de leer los cuatro -uno por día, por eso del empalago- los he encontrado como algo empachados, tal como si estuviesen demasiados salados o endulzados. Eché en menos aquella frescura y buen aire de aquellos primerizos que tanto me gustaron y con los que de verdad he disfrutado a mansalva, pues son los únicos libros que he releído.
Echo de menos aquel bullicioso colorido y las letras me parecen pequeñas de más, igual que sus globos o bocadillos.
No. No me han dejado aquel buen sabor de boca de los anteriores. Quizás sea solo culpa mía o me pase igual que aquel que va demasiado aprisa y llega tan tarde como el que va muy despacio.
He completado toda la colección, que he reunido y colocado en su puesto en mi biblioteca, pero si vuelvo a releer alguno, posiblemente sea uno de los primeros, no de estos últimos. Seguro.
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