La Región
Cuando jugar se convierte en discriminar
Ocurre con los famosos lapiceros de Ikea. Cuando están dentro de su recinto de la tienda sueca de turno, tienen un valor y un protagonismo inusitado. Es sacarlos de allí y nuestro interés por ellos se derrumba hasta hacerlos aterrizar en un cajón de la cocina... e incluso los hay que se han pasado veranos enteros olvidados en bolsillos de abrigos, parcas y similares.
Lo mismo le sucede a la presidenta de la Junta de Andalucía. En su tierra, a la que respeto por su maravillosa gente y su idiosincrasia, tiene un nivel de popularidad muy alto. Si bien es cierto que nunca ha ganado unas elecciones por voto directo, ella se siente capaz de trasladar ese caudal de liderazgo político al resto de España. Con lo diferentes que somos.
Susana tiene el problema del lapicero de Ikea. Que mientras esté en su ambiente, seguramente gozará de una gran popularidad. Si finalmente da el salto a la política nacional, entenderá que su mina es demasiado corta y que no todos somos paisanos suyos ni nos enamora su acento.
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