Rocío, Fernando y Thiago, uruguayos, reconstruye su vida en una aldea de Cartelle de solo tres casas

Rocío, Fernando y su hijo, Thiago, de siete años, llegaron a Santiago desde Uruguay hace poco más de dos años. El deseo de tener su propia casa en el rural que les permitiese una calidad de vida en armonía con la naturaleza les llevó a iniciar la búsqueda de un nuevo hogar. Y así llegaron a una pequeña aldea de Cartelle, a un lugar en el que tan solo hay dos casas más habitadas. Cada día emplean algo de su tiempo en remodelar la casa manteniendo la esencia de lo que fue antaño. En esas obras ya cuentan con su propio gallinero, su finca -e incluso alguna cedida por los vecinos-, y un futuro que pasa por tener sus propias cabras.

Rocío es artista corporal -tatuajes y piercing- pero también trabaja con ilustraciones y en la aldea ha encontrado una nueva inspiración; Fernando se siente feliz en este entorno que aunque trabaja fuera, encuentra la tranquilidad cada día a su regreso a casa, y Thiago está deseando comenzar en el colegio de Cartelle, mientras pasa sus días descubriendo los rincones secretos de una aldea que sueña con nuevos vecinos.