María de los Ángeles Llerena, genuino arabesque cubano con palabras y en sus dedos

LA NUEVA OURENSANÍA

Asistimos a un espectáculo musical (y verbal), en nuestro encuentro con María de los Ángeles Llerena Cid, cubana de origen, y “alaricana” de residencia. Nuestro encuentro con ella, así como suele acontecer con un espíritu celeste, nos deja un recuerdo, de estos que dejan huella

Miriam Blanco

Publicado: 01 feb 2025 - 06:00

La Nueva Ourensanía | María de los Ángeles Llerena

“Aquí me cambiaron el nombre”, explica María (de los Ángeles) Llerena Cid a modo de advertencia. Por lo visto en Cuba era conocida por el nombre de la Virgen, pero aquí el segundo apelativo es el que lo peta. Y no es de extrañar que así sea, porque cuando se conversa con ella, pareciese que estamos delante de uno de esos espíritus celestes. Es grácil, lista, sonriente y simpática. Nos recibió en su salón, el frutero rebosaba manzanas rojas, un rayito de sol en el mantel de cuadros, María en ropa clara, informal pero coqueta.

Arabesque toda ella

Vamos a dar un extracto literal, ejemplo de su gentileza, pero también de su parlamento. “Trabajé en hostelería, de camarera”, tres segundos de 5:13 a 5:16 el audio de María, sigue: “cogí los peores catarros de mi vida, yo en Cuba nunca me enfermé, no sabía lo que era una fiebre, hasta aerosoles me tuvieron que dar, fue horrible, ahora mismo estoy pasando un poquito de frío, pero por estar un poco de presumidilla me puse esto, que siempre ando con tres capas, allá con 25 grados sacábamos los abrigos ¡qué frío, qué frío!”, sigue el audio de esta chica que es ¡tremenda al hablar! hasta el minuto 6:01.

Pues así todo el rato con ella. En un derroche de palabras que no distinguen emociones, respuesta a la pregunta, información sucinta y lo que le pasa por la cabeza, ella rellena los silencios incómodos construyendo tremendo Arabesque. “Tenía que haberlo redactado primero”, reconoce al arrancar la charla, ella va resolviendo, y entretanto, te lo cuenta. Huelga decir que es tímida, pero como está acostumbrada a trabajar de cara al público, supera el trance a base de verborrea. “Para saber si una mano es buena para el teclado hay que mirar si el quinto dedo supera en altura la marca de la falange distal del anular”, revela. Ahora sí, ponemos palabras en su boca porque en este caso lo explicó con una palma de la mano abierta, con esa imagen quedó todo dicho en un momento. Siendo así, la zarpa da para una novena (un acorde de cinco notas), y posiblemente también sea buen gancho para los mocos más insurgentes.

Pianista de acompañamiento conocida en su mundillo en Cuba, aquí es profesora en la Casa da Cultura de Allariz. “En Holguín trabajaba en el conservatorio de música, en la escuela elemental de arte, en el instituto superior de arte lírico, tocaba en hoteles…tenía como cinco contratos”, explica. Por lo visto no paraba sin embargo “se convertía en nada a la hora de comprar simplemente alimentos”, aclara. Nos explica también el ejemplo de las compresas, “íntimas decimos allá, que llegué a hacer con trocitos de toalla”, comenta. Gastó María y familia todos los bienes y ahorros en conseguir los documentos para venir a Ourense. Ella es bisnieta de españoles y con la ampliación de la Ley 52 de Memoria Democrática, pudo acogerse a su derecho de obtener el pasaporte, aún siendo mayor de edad. “Pagué un precio alto por la migración”, opina, lamenta haber perdido reconocimiento profesional, pero le duele aún más que sus hijas hayan aparcado la música a sus doce y trece años. “Violín y piano tocan ellas, son mi orgullo”, comenta. A una la puede ir ella encaminando, pero a la del instrumento de cuerda le pedimos desde aquí, que retome esos estudios como sea.

Es María autónoma y pudo beneficiarse de una ayuda para el emprendimiento. “Tuve suerte porque la Casa da Cultura me facilitó ya los alumnos y el local, no es lo mismo sin clientes, yo tuve trabajadoras sociales maravillosas”, agradece, llegó al país partiendo de cero.

Recaló en Allariz porque de aquí era originaria su familia. Llegaron a Madrid con escasos 5000 dólares y un contacto que les trajo en furgoneta. “Un viernes a las doce de la noche en verano, uno piensa que el capitalismo es un sueño pero no es tan sencillo”, resumimos en pocas palabras esta vez, todas las imágenes que aquel recuerdo le trae a la mente. Tren, dormir, dos niñas “he agotado los cartuchos, para atrás ni para coger impulso”, resulta ser esta mujer también una productora excelente. Resuelve sobre la marcha con un negocio de un cubano que les pone en carretera. Vivieron los cuatro (marido, hijas y ella) en una habitación por 200 euros durante dos meses, amparados por otra familia de amigos hasta que salió el piso en Allariz en el que viven, a través de otra compatriota. Agradece en estas líneas María a su casera el buen rollo. ”¡Cómo le entra el agua al coco!”, comparte una expresión cubana para explicar lo difícil que es conseguir una nómina para el migrante, y alquilar un inmueble.

“Yo en Cuba siempre estuve en mi zona de confort, la música, aquí tuve que hacer de todo y para mí fue un reto, lo asumí y me siento afortunada”, comenta. Pasó por cuidado de ancianos, limpieza en hogares, y ahora trabaja también en una tienda. Una nueva virtud asoma en la entrevistada, buena es ella con los números. “Yo siempre he sido la económica en casa, después de tantas carencias en Cuba, vivir por 300 euros al mes no fue tan grave”, opina, “también te digo que en un año han subido las cosas… cada día, son céntimos, pero cuando vas a ver…”, comenta.

Más de una hora pasamos con María hablando. De los cuidados, su hermana en EEUU, “ella no podía sacarme”, apunta, de la escuela rusa, de su gran alumna del convento de clausura de Santa Clara, y de unos eventos en Ciudad Rodrigo a los que va a asistir como pianista.

“No me pongo metas porque tengo miedo a que no se cumplan”, reconoce, aunque como la dejamos hablar y ella va rellenando vacíos, unas cuantas cosas se le ocurren. A saber: que le vaya bien en lo suyo, vuelta a las niñas y su futuro, quizá volver a Cuba de viaje, y con el tiempo hipotecarse. “No quiero resultar pretenciosa”, dice el ángel. De eso nada María, la oposición de música, ¡a por ella!.

De fondo una pianola parece que nos está llamando. “La compré con mi primer sueldo en hostelería, 700 y pico euros, asiento incluído”, nos cuenta. Al final de la entrevista pedimos a este espíritu de gracia que nos deleite pues con una pieza. Y mirándola ejecutar caemos en una verdad que nos impacta, mientras las Gitanerías de Ernesto Lecuona suenan bajo sus dedos. Definitivamente María de los Ángeles Llerena habla como toca, y toca que da gusto verla.

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