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MEDICACIÓN SIN SUPERVISIÓN MÉDICA
El consumo generalizado de estos medicamentos “no sale gratis”. El personal farmacéutico advierte sobre esta ingesta añadiendo que “a veces no somos conscientes de lo que estamos tomando”. Aunque son medicamentos que precisan de prescripción médica, las farmacias viven habitualmente situaciones en las que los clientes solicitan su administración sin receta. Las farmacias apuntan a la falta de tiempo dentro de la sanidad pública como uno de los motivos por los que las personas “terminan tirando del botiquín” que tienen en casa.
Uno de cada tres ourensanos se automedica, y cada vez es más frecuente buscar los síntomas que tenemos en internet para dar con ese diagnóstico. Una parte importante de la población gallega y española ha tomado esta costumbre, según el VI Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon con datos de 2023. Las farmacias son los mayores observadores de ese fenómeno que se produce tanto en medicamentos con prescripción médica (aquellos que no se agotaron durante el tratamiento y que tiempo después vuelven a utilizarse al albur de cada uno) como de aquellos que son de venta libre.
Es habitual aproximarse a la farmacia cuando se tiene una dolencia. En el interior de este establecimiento se busca ese artículo que, en ocasiones, ha sido publicitado a través del televisor para aliviar esa dolencia. Aunque, según afirman los farmacéuticos, a veces no somos conscientes de lo que realmente estamos tomando. Uno de los remedios más vendidos es el omeprazol. “Las personas toman este medicamento, pues piensan que es un protector de estómago, pero en realidad, lo que hace es que su estómago no produzca pH”, afirma un farmacéutico ourensano. El profesional advierte de los riesgos de su ingesta, que normalmente va acompañada de la de antibióticos, y que puede llegar a dañar la flora intestinal.
En general el artículo más dispensado en las farmacias ourensanas son los analgésicos, casos del ibuprofeno o el paracetamol. Aunque según otro farmacéutico ingerir esta clase de medicamentos “no sale gratis”, sobre todo si se hace sin control.
Los antibióticos precisan de receta, aunque esto no quiere decir que su consumo se realice siempre mediante esta vía. “Tirar del botiquín de casa” es una de las alternativas más frecuentes de la población. Y es que, ante el excedente de medicación, son muchos los que tienden a guardarlo frente una situación posterior. Mientras, las farmacias viven diariamente situaciones en las que los familiares de un menor se acercan al establecimiento para ver si el profesional puede dispensarle ese antibiótico que el pediatra le recetó anteriormente para una teórica dolencia similar. Una situación que el personal farmacéutico achaca al tiempo en que se tarda en concretar una cita desde los centros de salud. “Se necesita más tiempo en la sanidad pública y ese es uno de los problemas. En muchas ocasiones el paciente termina disponiendo de ese medicamento sin antes mantener un control sobre si verdaderamente necesita seguir tomando esa medicación. Con la atención telefónica es todavía más complicado tener esa revisión”, apuntan desde las farmacias ourensanas.
Mientras, el coordinador del PAC de Ourense, Manuel da Costa, advierte de los riesgos de la ingesta de antibióticos por cuenta propia. Añadiendo que su uso inadecuado fomenta la resistencia a estos pudiendo ocasionar con el tiempo “patologías más graves de mayor duración y reducir el arsenal terapéutico del que disponemos”. Y hace especial hincapié en que los antibióticos no sirven para la mayoría de dolores de garganta, causantes por los virus, sino que son el tratamiento correcto para la amigdalitis, que la produce una bacteria.
Otro de los problemas a los que se enfrentan las farmacias son las recetas realizadas por numerosos médicos, especialmente de la sanidad privada, que no siguen el modelo oficial basado en un código de barras automático y progresivo. Es decir, cada código es diferente, precisamente para que no se pueda falsificar. “En las farmacias hay mucha inspección y unas multas de cuatro ceros bastante curiosas”, cuenta el farmacéutico, quien afirma que muchos médicos fotocopian una en blanco y hacen el resto de recetas sobre ellas, anulando así su trazabilidad. Y todo, según apunta, por no pagar las aplicaciones mensuales como “hace todo dios”. “También nos vienen con muchas recetas hechas a mano por parte de médicos privados”, asegura. “¿Y qué haces?, ¿no dispensas el medicamento?”, se pregunta ante esta situación.
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