Renace el interés por el "oro negro" de Ourense

En la punta de un rotulador o en las clásicas bombillas que todavía se encuentran en las lámparas de millones de hogares. Objetos habituales del día a día que se hacen con wolframio, un mineral también conocido como tungsteno o -como se tradujo de los alemanes- “baba de lobo”. Ahora, una empresa sueca, Eurobattery Minerals, quiere explotarlo en la llamada mina de San Juan, en la aldea gudiñesa de Pentes. La razón es que el wolframio figura entre las materias primas consideradas “críticas” por la UE debido a su relevancia en la transición ecológica y digital, y también por el alto riesgo que supondría la interrupción de su suministro.

Este segundo motivo tiene que ver con el propósito europeo de romper con la dependencia del monopolio chino. Según el geólogo especializado en patrimonio minero, Eduardo González, Europa pasó a ser dependiente porque dejó de explotarlo. Para el geólogo, “la falta de demanda coincidente con el remate de la época bélica”, entre el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la guerra de Corea (1950-53), y “la bajada de los precios a partir de los años 50” fueron dos de los motivos por los que comenzó el hundimiento de esta minería tanto en Ourense como en el resto de Galicia y España. “Era más fácil traerlo de países pobres donde no hay medidas medioambientales y se pagan peores salarios que explotarlo en Europa”, asegura.

Así, el denominado “oro negro” codiciado por los nazis para alimentar su industria bélica cayó en el olvido hasta el renovado interés de la UE por “romper la dependencia de terceros países a veces inestables políticamente”. “Actualmente, las empresas mineras fuertes en el mundo son suecas, canadienses, australianas o sudafricanas. Hay filiales en España, pero son empresas pequeñitas y no tienen una gran capacidad de inversión. Además, está el problema legislativo que tiene nuestro país, que al ser muy lento obliga a que solo puedan participar en estas inversiones compañías muy fuertes”, comenta González.

Un proyecto como el de Pentes es, para este experto en geología, una forma más de “reactivación del rural”. Es decir, otro punto de partida para abandonar la “Galicia envejecida” y dar paso a “la Galicia de la industria y el movimiento”. Según González, la oposición actual a desarrollar explotaciones mineras como la que se plantea en A Gudiña tiene un origen claro: “El problema es que tenemos una idea de las minas que procede de los años 50 o 60… Entonces carecían de medidas medioambientales porque no eran obligatorias y nadie lo cuestionaba. Ahora la minería es moderna y completamente diferente”. No obstante, Eduardo González considera que más allá de esa percepción social, existen otros problemas “políticos, mediáticos y medioambientales” que ralentizan estos proyectos y que provocan que cesen o se paralicen durante años, evitando de nuevo la explotación propia.

“Reactivación del rural y más empleos de calidad”

La explotación de wolframio en puntos estratégicos del mapa ourensano supondría para los expertos, un auge del trabajo “de calidad”, puesto que las empresas suecas o canadienses se caracterizan por tener “sistemas fuertes” y generar “puestos especializados, seguros y bien pagados”. De hecho, para Eduardo González, la reactivación de la minería en Ourense “podría ser una solución” para muchas zonas rurales.

“A la construcción, a la industria conservera o a la pesca no le exigen tantas medidas como a la minería, entre otras razones porque se intenta lavar esa mala fama de antes. Hoy en día tienen luz, agua potable y un sistema de ventilación para que no haya polvo dentro”, asegura el experto en patrimonio minero.