Carlos Gurpegui: “Vivimos tiempos de invierno en la calidad de las películas”
ENTREVISTA
Académico, gestor cultural y periodista
El académico y crítico de cine Carlos Gurpegui (Zaragoza, 1968) será el protagonista del Foro La Región el próximo martes. Antes de su cita con el público ourensano, analiza en esta entrevista la salud del séptimo arte, el desafío de las plataformas y la urgencia de educar la mirada en tiempos de distracción digital.
Pregunta.¿Qué se van a encontrar los asistentes que acudan a escucharle y cuál será su mensaje central?
Respuesta.Una charla sincera que busca honestidad en nuestra forma de acercarnos al perfil educativo, de cambio y de valores que tiene el cine. Y como mensaje, haría propia la reflexión de la escritora belga Amélie Nothomb, que decía que “la vida comienza donde empieza la mirada”.
P.Como académico y crítico, lleva años tomando el pulso al sector. ¿El cine en las salas está herido de muerte o simplemente está mudando de piel?
R.El ritual comunitario de compartir el visionado de una película permanecerá siempre. Además, se percibe y se siente en la butaca mejor que nunca. Se reinventará cual ecdisis, pero se deberá reeducar como experiencia cultural y de espectáculo acompañando a las nuevas generaciones digitales.
P.Vivimos la edad de oro del contenido, pero la de plomo en la atención. Con el auge de plataformas y el consumo rápido en móvil, ¿hemos perdido la capacidad de “mirar” una película?
R.Desde nuestra hiperconectividad con el móvil, uno de los problemas más graves que tenemos como civilización es el déficit de concentración, la inconstancia de la mirada y, con ello, la falta de consciencia y disfrute de lo cotidiano. Como alerta el filósofo Byung-Chul Han, deberíamos educarnos en una atención contemplativa que fuera intensa y que, como le sucedía a Paul Cézanne, nos ayude incluso a ver el aroma de las cosas.
P.El cine español parece vivir un momento dulce en cuanto a reconocimiento internacional. ¿Se corresponde ese éxito crítico con la salud real de la industria y la taquilla nacional?
R.Lo mejor que le está sucediendo a nuestra cinematografía es la explosión de voces propias, de autores que aportan su mirada y cosmos a nuevos relatos, donde la narrativa de las series les ha ayudado a superar estigmas. Valoro el descaro. Y cuidado con los reconocimientos, porque creo que pasamos tiempos de invierno en calidad de películas. Pocas son las que marcan la agenda de originalidad, calidad o talento.
P.Usted ejerce el periodismo cultural, una especialidad que a menudo es la primera en sufrir los recortes en las redacciones. ¿Corre peligro la crítica reflexiva frente al “tuit” de 280 caracteres o la opinión rápida del influencer?
R.El peligro es olvidarnos del valor reflexivo y cómplice de los análisis. En cambio, la claridad y la capacidad de síntesis, la empatía y la sinceridad amable son virtudes de esta nueva redacción ante las obras. Lo importante es tener algo que contar, y hacerlo con crítica y autocrítica, compromiso y emoción.
P.Ha escrito mucho sobre cine, pero también sobre literatura y arte. ¿Cree que el periodista cultural debe ser un especialista de nicho o un humanista que conecte todas las disciplinas?
R.En los tiempos actuales, el trabajo interdisciplinar y sus vasos comunicantes deberían ser resultado de la curiosidad y el cultivo continuado del periodista cultural, yendo siempre a las fuentes, la investigación y el rigor, así como la atención intuitiva a lo emergente.
P.En sus columnas se respira amor por el cine clásico. Si tuviera que recetar una película en blanco y negro a un joven de la Generación Z que solo ve series de Netflix, ¿cuál sería para que no salga corriendo?
R.Mejor, varias: “Amanecer” (1927) de Murnau, “Metrópolis” (1927) de Lang, “Un perro andaluz” (1929) de Buñuel, “Jennie” (1948) de Dieterle, “El crepúsculo de los dioses” (1950) de Wilder, “Ugetsu” (1953) de Mizoguchi, “La noche del cazador” (1955) de Laughton, “Con faldas y a lo loco” (1959) de Wilder, “Psicosis” (1960) de Hitchcock, “Ocho y medio” (1963) de Fellini, “El hombre elefante” (1980) de Lynch, “Ed Wood” (1994) de Burton o “La tragedia de Macbeth” (2021) de Coen.
P.Usted es un habitual de los circuitos de festivales. ¿Qué papel juegan hoy los certámenes medianos o “de periferia”, como podría ser el OUFF en Ourense? ¿Son resistencia cultural o escaparate necesario?
R.Todo festival juega la baza de la identidad y el sentido de pertenencia a la comunidad a la que se deben. Reivindican el talento local tanto de creadores como gestores, y es cantera obligada que aporta al sector un espacio de encuentro, visibilidad y desarrollo. El OUFF es un maravilloso modelo para todo ello.
P.De todos los directores o actores a los que ha entrevistado o conocido, ¿quién le ha sorprendido más en las distancias cortas?
R.La honradez y timidez de Tim Burton, un artista total; la inteligencia de Luc Besson; la sintonía con Kubrick de Oliver Stone, que me subrayó algo estremecedor presente en su cine: “siempre nos deshacemos de los soñadores”. En cuanto a actores, la simpatía de George Clooney, la profundidad de Fernando Rey y, el mejor de todos, el afecto a John Hurt, camaleónico intérprete sensible a la vulnerabilidad y sus territorios frontera. También me alegra haber conocido a mujeres artistas como Yoko Ono, Alicia Alonso o Gloria Fuertes. Cuanto más avanza el tiempo, cada vez me siento más del siglo pasado.
P.Estamos cerrando el año. ¿Cuál es esa película, evento cultural o libro reciente que le ha reconciliado con el ser humano?
R.“Blue Moon” de Linklater está genial, con una coreografía coral máxima entre Ethan Hawke, Andrew Scott, Margaret Qualley y Bobby Cannavale. Acabamos de venir del Liceu de ver el estreno del inspirador documental de María Valverde “El canto de las manos”, oda de sordera y música de un entusiasta Gustavo Dudamel. Y el último libro de Antonio Damasio, “Inteligencia natural y la lógica de la consciencia”, en el que, como él dice, “las máquinas artificiales jamás podrán contar con las maravillas inteligentes propias del mundo de los sentimientos”.
P. Aprendemos a leer y a escribir en el colegio, pero consumimos imágenes todo el día sin un manual de instrucciones. ¿Es la alfabetización audiovisual la gran asignatura pendiente?
R.La alfabetización mediática e informacional nos ayudará a desaprender, a estimular el espíritu crítico y a desarrollar el pensamiento creativo, tan necesarios para innovar y avanzar como especie. Deberá estar en todos los itinerarios del currículo, pero también en las agendas de medios e instituciones si de verdad queremos tener una ciudadanía con criterio, madura y corresponsable.
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