Luis Cansino, una vida consagrada al bel canto

PROTAGONISTA DE LA REVISTA

Luis Cansino debutó con veinte años y hoy está considerado uno de los barítonos más sólidos del panorama europeo gracias a su voz y su talento interpretativo

Luis Cansino
Luis Cansino

El vigués Luis Cansino (Madrid, 1967) tuvo siempre una pasión: cantar. Desde niño sorprendía no solo en su entorno. Con 7 años actuaba en festivales radiofónicos. Empezó a estudiar canto en Vigo y luego en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid donde obtendría el Premio de Honor de Fin de Carrera y el premio extraordinario “Lucrecia Arana”. Y aunque su primera vocación fue el pop, acabó dedicando su voz de barítono al mundo de la lírica: primero en la zarzuela y después en la ópera, género en el que actualmente desarrolla mayoritariamente su carrera, actuando con un amplio repertorio en teatros de la ópera de toda Europa, desde Moldavia a Lisboa.

Pregunta.Creo que fue usted muy precoz en el canto

Respuesta.Mi mamá decía que yo canté antes que hablé. Y no venimos de una familia de tradición artística ni musical. Es cierto que en casa se escuchaban discos de zarzuela y de cantantes españoles famosos de la época como Plácido Domingo, Krauss o Caballé, pero no existía una tradición de música clásica. Yo lo que cantaba eran las canciones de los artistas de la época: Nino Bravo, Albano, Raphael… Un día estaba cantando en casa, tendría unos siete años y el familiar de una vecina me escuchó cantar, llamó a la puerta y le dijo a mi madre si me podría llevar a la emisora de radio de La Voz de Vigo.

P.¿Y qué pasó?

Me bautizaron como “el ruiseñor del noroeste”, por aquello del “pequeño ruiseñor” que llamaban a Joselito

R.Pues que allá fuimos y le dijeron a mi madre que con esa voz yo tenía que estudiar música. Me matriculó en el conservatorio y dos días a la semana iba a un programa de máxima audiencia en la radio que se llamaba “Xuntanza de amigos”, que hacía Xan das Canicas, que ya por entonces era una estrella de la radio y me decía “Luisiño, canta” y yo cantaba a capela todo lo que me mandaba. Llamaba la gente y pedía canciones. Me bautizaron como “el ruiseñor del noroeste”, por aquello del “pequeño ruiseñor” que llamaban a Joselito. Así estuve varios años hasta que por circunstancias familiares nos fuimos a Madrid.

Luis Cansino
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P.¿Entonces seguía pensando en dedicarse a la canción?

R.Sí. Pero yo pensaba en dedicarme al pop, la canción romántica, la balada… no a lo que me dedico ahora. Sucedió que, en Madrid, quise seguir estudiando canto para educar la voz e hice las pruebas para entrar en el Real Conservatorio. Tenía catorce años y en circunstancias normales no me habrían ni siquiera admitido a las pruebas por la edad. Pero sucedió que el catedrático de canto, que era un grandísimo tenor, Pedro Lavirgen, no estaba y quien presidía el tribunal, se sorprendió por mi voz y me admitieron. Y fue a partir de ahí cuando entré en contacto con la música clásica y cuando vi que mi camino tenía que ser la ópera y la zarzuela.

P.¿Cuándo debutó?

Me escuchó cantar el director de la Ópera de Bellas Artes de México y ello supuso una nueva etapa en mi vida

R.Con veinte años, antes de terminar la carrera, en agosto de 1987, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, hoy Teatro Fernán Gómez. Y cuatro años después ya estaba como primer barítono en “La antología de la zarzuela” de José Tamayo. Con esta compañía hice mi debut internacional, primero en Lisboa y luego en México. Allí me escuchó cantar el director de la Ópera de Bellas Artes de México y ello supuso una nueva etapa en mi vida porque me llevó a vivir durante seis años en México y a debutar operísticamente. Llego a México en 1991, canto, vuelvo a España porque todavía tenía unos compromisos adquiridos. Y en la temporada 1991-92 debuté como Escamillo en Carmen y luego el primer Fígaro del Barbero de Sevilla y en esos meses canté también mi primer Mesías de Haendel, Carmina Burana… fue un inicio muy intenso.

P.¿Volvió a la zarzuela?

R.Cuando regresé de México sí. Volví a la Antología de la zarzuela y en 1998 viajé con esta compañía a Filipinas y actuamos en el centenario de la independencia de aquel país. Los primeros años de mi vuelta me centré más en la zarzuela.

P.¿Cómo Se valora la zarzuela fuera de España?

R.La zarzuela tiene un gran reconocimiento fuera de España, incluso en países con cultura totalmente diferente a la nuestra. Creo que es en nuestro país donde se tiene una menor consideración por la zarzuela, como si fuese algo menor cuando en calidad y dificultad técnica no tiene nada que envidiar a la ópera. Por no hablar de la exigencia que supone la actuación no cantada, que requiere una actuación dramática más relevante que en la ópera.

P.Volviendo a la ópera. ¿Se ha centrado más en la ópera italiana?

R.Sí, es cierto. También he hecho ópera francesa, algo de Mozart, esta temporada debutaré con ópera alemana en Tenerife, pero el grueso ha sido ópera italiana.

P.Y ha hecho muchas veces Rigoletto que es uno de los roles por excelencia para un barítono.

Hice Rigoletto por primera vez con 32 años y juré que no volvería a hacerlo hasta cumplir los cuarenta.

R.Es un rol muy duro, tanto desde el punto de vista de la voz como de la actuación. Hice Rigoletto por primera vez con 32 años y juré que no volvería a hacerlo hasta cumplir los cuarenta.

P.¿Por qué?

R.Porque hay determinados papeles y Rigoletto es uno de ellos, en los que se requiere de una madurez no solo vocal, sino también vital, para poder hacerlo. Yo se lo digo siempre a los barítonos jóvenes. No es que tengas que ser padre para hacer de Rigoletto, pero sí un cúmulo de vivencias y una solidez interpretativa que no puedes tener cuando eres joven. Me lo siguieron ofreciendo y lo rechazaba hasta que cumplí cuarenta, en 2007. Y hasta 2011 no sentí que el papel era mío. Fue en mi debut en Italia. Y desde entonces me ha dado muchas satisfacciones.

P.¿Cuáles son los papeles que más satisfacciones le han dado, aparte de Rigoletto?

R.Unos cuantos, pero por concretar, Nabucco, Falstaff, Scarpia, de Tosca y Michonet de Adriana Lecouvreur. Son personajes que yo quiero mucho, a los que tengo mucho que agradecerles y últimamente otro que es Melitone de La forza del destino, que me ha dado éxitos tremendos.

P.¿Hubo alguno que fuera especialmente singular?

R.En 2018 el entonces director del Teatro de la Zarzuela, Daniel Bianco, me llamó y me dijo, “siéntate, que te voy a hacer una propuesta. Vamos a hacer La casa de Bernarda Alba de Miquel Ortega.” Y yo le contesté. Pero ahí no hay papeles masculinos. Él y el compositor querían que el personaje de La Poncia fuese un barítono. La lógica se basaba en que Poncia era el único personaje que podía plantarle cara a Bernarda Alba y Bernarda era una contralto. No hay voz grave femenina más allá de la contralto y se requería la voz de un barítono. Era muy arriesgado porque estabas en una cuerda en la que si te pasabas lo más mínimo podías caer en el ridículo. Porque no se trataba de parodiar sino de hacer de mujer con tu voz de barítono. Fue un éxito arrollador y yo le rendí así también un homenaje a mi madre y me sirvió para imbuirme en lo difícil que es ser mujer y artista. Y me abrió la puerta a otro rol travestido que fue la Mamma Ágata en Viva la Mamma de Donizetti

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