Pilar Cernuda
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El lunes se abrió con la nueva del fallecimiento de Benigno Moure, uno de los personajes imprescindibles de la historia de Ourense y todavía más allá. Con muchas luces y alguna sombra -que las tuvo- su inmensa e intensa obra queda ligada al ámbito asistencial, que le sobrevivirá con buena salud, algo de lo que él se enorgullecía, aunque nunca confesase satisfacción abierta, pues al lado de los éxitos contraponía nuevos retos y metas que abordar en beneficio de los necesitados. El buque insignia fueron siempre el cuidado de los mayores, aunque los primeros pasos no comenzaron por este sector sino con los niños, a partir de la apertura de una guardería en el obispado.
Cura dedicado a labores empresariales, aunque a veces parecía al revés, su labor empezó a brillar más allá del ámbito clerical con la gestión desarrollada al frente de Cáritas. Se empeñó desde el principio en articular una atención horizontal que abordase los distintos tipos de ayuda social que demandaba la sociedad ourensana del último cuarto del siglo XX. Transcurridas dos décadas de trabajo incansable con el que había impulsado un centro para niños sordomudos, otro para sacar de la calle la mendicidad infantil, de ejercer como promotor de vivienda social o la creación del primer hogar para ancianos, la estructura de Cáritas se veía absolutamente desbordada.
La realidad del constante avance y la cantidad de ambiciosos proyectos que a Benigno Moure le bullían en la cabeza, llevaron a la constitución de la Fundación San Rosendo como instrumento para canalizar todo lo que estaba por venir. Comenzó la puesta en marcha de residencias para mayores por toda la provincia de Ourense y también fuera de ella. De su mano llegó la nueva realidad en la atención a la tercera edad, si bien siempre sostuvo que no era el negocio lo que le movía, sino la necesidad de suplir lo que las administraciones públicas estaban obligadas a cubrir y no lo hacían. Setenta y tres centros, 70 millones de presupuesto para el presente ejercicio y más de 2.200 empleados (segunda empresa de Ourense en creación de empleo después de Coren) dan idea de lo que representa San Rosendo en la provincia. Hay municipios en los que sus residencias son el único centro de trabajo con más de cinco trabajadores, superándoles solamente la plantilla del concello correspondiente.
Paralelamente, tenía claro que Ourense y la sociedad ourensana necesitaban una apuesta más allá de lo que ya cubrían. Convencido de las posibilidades que se escondían bajo los recursos hídricos, como en todo, se echó a hacer realidad las reflexiones y discursos teóricos con Caldaria, la empresa que pondría en marcha el balneario de Arnoia -lugar en el que nació el propio Benigno-, después de haber fracasado el intento de hacerlo en otros enclaves, y a los que siguieron Laias y Lobios. Fue en todos estos años la cabeza visible de ambas iniciativas y aunque hace años que estaba retirado de la primera línea de la gestión, hasta hace un par de años se acercaba casi a diario a las oficinas de la Avenida de Pontevedra.
Arnoiés de pro, de vida austera, llevaba el mismo terno azul o gris durante años; se movió en el mismo coche durante tres décadas y disfrutó hasta el final de su afición a las partidas de cartas con su círculo más próximo, a quienes recibía acompañado siempre del irrenunciable pitillo, en línea con su condición de fumador empedernido, que le acompañó hasta el penúltimo suspiro.
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