Opinión

Tres donaciones reales a la Casa de Biedma en 1369

Hace 650 años que la historia de España vivía una época convulsa, inmersa en los últimos avatares de la guerra civil y fratricida desatada entre don Pedro I de Castilla, llamado el Cruel, y su hermanastro el infante Enrique de Trastámara. Galicia sufría, como el resto de territorios del reino, las duras consecuencias sociales, políticas y económicas fruto de intrigas, muertes ignominiosas e incontrolable anarquía. Y ante el recuerdo de estos hechos históricos que afectaron muy particularmente a estos tres pueblos y villas de nuestra provincia, inmediatamente surgen en nuestras mentes las preguntas más habituales: cómo, cuándo y por qué.

El gobierno personalista y despótico de Pedro I el Cruel que duraba 15 años, aunque supuestamente defendía al pueblo y la burguesía, no era valorado del mismo modo por el infante Enrique conde de Trastámara y sus seguidores, ante quienes  presentaba la posibilidad de cambio y ofrecía grandes perspectivas de buen gobierno. 

Efectivamente, las desavenencias entre los hermanos venían de largo y desde 1365 la lucha se enconó llevando a la división socio-política del reino. Pedro I contaba con la lealtad de las principales ciudades del Norte y Sur del reino, además de haber conseguido el apoyo del Príncipe Negro Eduardo de Gales, heredero de Inglaterra; el infante don Enrique tenía a su favor el apoyo incondicional de la pequeña nobleza, la voz del alto clero castellano, la fuerza militar de prácticamente todas las Órdenes militares, además del favor de Aragón y el importante refuerzo ofrecido por las Compañías Blancas francesas, que dirigía Beltrán Duguesclin. 

En el bando leal a don Pedro, estaban los Castro, linaje castellano asentado en Galicia desde el siglo XII donde había sustituido a los condes de Traba en poderío e influencia ante la corte. Los Castro eran incondicionales de la monarquía castellano-leonesa desde el siglo XIII, sin descuidar sus intereses particulares que les llevaron a apoyarse más de una vez en miembros de la joven monarquía portuguesa. Así, la viuda de don Fernando Rodríguez de Castro, doña Violante Sánchez de Castilla hija ilegítima de Sancho IV, huyó con su hijo Pedro Fernández de Castro a refugiarse en Portugal en el palacio de su cuñado, Alfonso Téllez de Meneses I conde de Barcelos, pues al enfrentarse su marido en 1305 con el infante don Felipe de Castilla, auxiliado por las tropas de Fernán Ruy I señor de Biedma, había fallecido ante las murallas de Lemos. Por su deslealtad le fueron incautadas sus propiedades de Lemos y Sarria, fruto de anteriores donaciones reales, y sus títulos de adelantado mayor de Galicia y pertiguero mayor de Santiago, que pasaron a su cuñado el infante don Felipe. La crianza en Portugal del heredero de los Castro le dejará profunda huella de por vida. Casado con Isabel Ponce de León, ésta aportará como dote varios pueblos y villas en Castilla y Galicia, figurando entre ellos Vilanova dos Infantes, Castrelo y Espinoso en Ourense. Don Pedro Fernández de Castro,  tras varios años de nueva lealtad demostrada hacia Alfonso XI, recuperó las propiedades y títulos de su padre ya en 1332. Si bien en 1336 se negó a luchar contra Alfonso IV de Portugal que había atacado Galicia, sin duda pesando más en su ánimo la querencia portuguesa que la obligación patria, sin embargo seguirá luchando valerosamente en tierras musulmanas por el reino de Castilla, y será adelantado mayor de Andalucía, Murcia y Galicia. Llamado justificadamente “el de la Guerra”, estará en la batalla del Salado donde dejará acreditado su valor, aunque fallecerá en 1342, durante la conquista de Algeciras.

Su hijo Fernán Ruiz de Castro, que heredó todas las propiedades y títulos de sus padres, luchaba ahora en la guerra civil en defensa de la legitimidad de Pedro I, y sobre todo en Galicia donde ya era considerado el gran señor, y el mismo rey don Pedro le había hecho conde de Trastámara. 

Fernán de Castro "Toda lealtad de España" siempre fiel al monarca en los momentos transcendentales que se desarrollaron entre 1366 y 1369, logró mantener buena parte de Galicia al lado de su señor, resultando prácticamente el último bastión fiel a Pedro I en todo el reino, auxiliado por sus fieles Fernández Andeiro, Fernán Suárez de Deza (de los Churruchaos) y Men Rodríguez de Sanabria. Sin embargo entre  los defensores de los intereses del pretendiente don Enrique figuraban Fernando de Andrade señor jurisdiccional de Ferrol y las Mariñas coruñesas; Juan Rodríguez de Biedma, teniente de Allariz y Monterrei; Gómez Pérez de Porres, prior de San Juan, Alvar Pérez de Osorio y Pedro Sarmiento. Todos personajes de relevancia en la política gallega del momento.

Tras el final trágico de Montiel, el 23 de marzo de 1369 cuando Pedro I muere a manos de su hermanastro Enrique, el reino inicia una nueva singladura dinástica con Enrique de Trastámara como rey de Castilla. Una vez derrotados los petristas, Fernando de Castro con parte de sus leales huye a Portugal, después de la pérdida de todas sus posesiones y títulos. Por otra parte los incondicionales de don Enrique serán premiados con nuevas donaciones y títulos, las llamadas "mercedes enriqueñas".

 Los señores de Biedma, llegados a Galicia a finales del siglo XIII como merinos mayores en nombre de Sancho IV, fueron dueños de las tierras de Val de Salas con el castillo de Aguiar de Moa y de Portela en A Limia. Ruy Páez II señor de Biedma, adelantado de Galicia, participó en la batalla del Salado con Alfonso XI. Posteriormente Juan Rodríguez III señor de Biedma fue copero mayor de Pedro l, hasta que en 1352 el rey ordenó ajusticiar a su heredero, pasándose los Biedma al bando enriqueño. Rodríguez de Biedma defendió valientemente las torres de los valles del Támega, Limia y Arnoya con Monterrei y Allariz contra Fernando de Castro, y por tales servicios y lealtades recibió de manos de Enrique II, por juro de heredad, los pueblos hoy recordados: Vilanova, Castrelo y Espinoso, primicias del futuro condado de Monterrey.n

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