José Ángel Vázquez Barquero
Las cuentas de la longevidad
CRÓNICA PERSONAL
El Psoe ha tenido un resultado desastroso en Extremadura, es incuestionable. Como es incuestionable que las elecciones las ha ganado el PP, y es incuestionable que Vox ha logrado un resultado que la abre puertas a gobiernos de coalición.
Toca ahora formar gobierno, y ahí habrá que ver cómo se las arregla María Guardiola, porque un Vox muy crecido -con razón- ya ha advertido que si Guardiola pretende gobernar, tendrá que darle papel en su nuevo equipo. No piensan dar apoyo gratis, ni siquiera con una abstención que serviría a Guardiola para mantenerse en el cargo.
Si se empecinan en esa posición, a Guardiola no le cabe más salida que aceptar a algún miembro de Vox en su gobierno – quieren una vicepresidencia- , con el riesgo que eso supone, porque algunas de sus exigencias políticas son inaceptables para el PP.
Ha llegado la hora del PP y Vox. Entre los dos partidos cuentan con el 60 por ciento de los votos en Extremadura y se puede reproducir en otras regiones.
El PP tiene razones sobradas para sentir satisfacción desbordante por el resultado extremeño. Ha dado una bofetada política a Pedro Sánchez de las que hacen historia. De la caja de Pandora, abierta, empiezan a salir reproches, frustraciones, envidias y resentimientos ante un presidente que está llevan al partido a una situación patética, perdiendo a chorros votos y escaños. Solo piensa en sus intereses y en su futuro -la elección de Gallardo se preveía funesta- hasta el punto de que aquello que contaban los sanchistas de que les vendría bien pasar a la oposición en la próxima legislatura que Sánchez se rearmara desde allí y regresara con un Psoe renovado, potente, que arrasaría tras un Feijóoc desgastado por el gobierno, se presenta hoy como una quimera. A P.S. no le van a permitir ser jefe de la oposición. De hecho, es difícil que le permitan llegar a final de legislatura. El sanchismo puede tener las horas contadas.
Ha llegado la hora del PP y Vox. Entre los dos partidos cuentan con el 60 por ciento de los votos en Extremadura y se puede reproducir en otras regiones.
Guardiola siente profunda animadversión hacia Vox, y ni es la única en su partido, ni tampoco en gran parte de sus militantes. Vox no se hace querer, es un partido con sombras inquietantes, dirigentes cuestionables, dineros más cuestionables todavía y propuestas que en algunos casos asustan porque son profundamente antidemocráticas. Pero cuenta cada vez más respaldo y mayor número de votos y escaños, y el PP está obligado a tragar y respetar el resultado electoral. De alguna manera tendrá que llegar a acuerdos con Vox. Y si saben negociar bien unos y otros, si lo hacen con respeto, con un programa acordado que no incluya políticas disparatadas de Vox -que las hay- o personajes de Vox que provocan gran rechazo social, saldrán ganando unos y otros.
Para eso hace falta inteligencia, altura de miras y conocer bien las debilidades y la fortaleza de cada uno de los partidos que negocian.
Ni Guardiola puede gobernar contra Vox… ni Vox puede darse un tiro en su propio pie fortaleciendo a la izquierda al impedir que gobierne el PP.
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