Francisco Lorenzo Amil
TRIBUNA
Lotería y Navidad... como antaño
El documental de Sánchez pretendió emular a la renombrada y exitosa serie norteamericana ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, y terminó siendo un reality a lo Gran Hermano en forma de hagiografía. Pedro y Begoña aparecen desde el primer capítulo como santos de la democracia, como mártires del sacrificio público en un relato trucado de todo para el pueblo pero sin el pueblo. Por ahí dicen que la grabación empezó con aspiraciones estelares de ‘El Ala oeste...’, y terminó siendo una versión costumbrista de ‘Los Soprano’, según se desprende de las investigaciones judiciales en marcha por presunta corrupción y por la forma maniobrera de gobernar comprando voluntades e investidura pese a perder las elecciones.
Pedro paseando al perro. Pedro aplaudido y jaleado sin rubor pero sin gritos en la calle. Pedro de gobernante galáctico en un documental de buen rollito que rebosa cursilería y falsedad ante una gobernanza con más sombras que luces y más mentiras que verdades
Se confirma que de los protagonistas de los casos investigados por la Justicia, en la docuserie ‘Moncloa, cuatro estaciones’ sólo aparece Begoña. Ni rastro de Ábalos, Koldo, Aldama, Barrabés, Delcy, los Hidalgo o el hermano músico del prota. Y tampoco de Errejón y otros sospechosos de falso feminismo. El documental tiene aspiraciones de estadista y en verdad parece un ‘Aló Presidente’ al más puro estilo bolivariano, una pretenciosa oda al genuino refranero del tipo ‘como Pedro por su casa’, que es La Moncloa sin pago de alquiler.
Los que tienen más memoria y se defienden del guerracivilismo oficialista piensan que ‘Moncloa, cuatro estaciones’ es un NO-DO modernista con ticts autoritarios y propagandistas de estilo franquista, con brotes empalagosos de comedia romántica que por momentos usa guion naif de serie infantil. Desde el comienzo del docu se adivina que presidiendo la mesa del desayuno, la comida, la merienda y la cena se sienta Pedro Sánchez. O sea, Pedro ojeando la prensa del fango en armoniosa convivencia familiar, con distinción especial para El País sobre demás pseudomedios tales como El Mundo, ABC y La Razón, que para eso Prisa es el único grupo mediático que le dio difusión al spot publicitario.
Pedro de gobernante galáctico en un documental de buen rollito que rebosa cursilería
Pedro paseando al perro. Pedro aplaudido y jaleado sin rubor pero sin gritos en la calle. Pedro de gobernante galáctico en un documental de buen rollito que rebosa cursilería y falsedad ante una gobernanza con más sombras que luces y más mentiras que verdades. Pedro equiparándose a Biden sin carteles contra la amnistía ni esa pancarta que tanto le duele: ¡Que te vote Txapote! Viendo el uso político que se hace del personal del complejo de La Moncloa, y el rojo intenso que destila cada fotograma, el sanchismo ha perdido una gran ocasión para que Pedro Almodóvar culminara su obra de adoración al líder.
‘El ala oeste de la Moncloa’ pretende demostrar que el verdadero rey no reside en la Zarzuela ni es Felipe VI. El rey de la política y de la comedia es Pedro Sánchez durante las cuatro estaciones del año. No hay más monarca ni corona que la suya. No hay emperador que se le pueda comparar. No hay régimen que resista la equiparación con el suyo. No hay político más guapo ni arregladito, con los andares únicos de un ser excepcional y la pose de galán deseoso de una estrella en el paseo de la fama de Hollywood. A mí me parece que este año, además de ir a los Goya, debería ganar el premio al mejor actor entregado en mano por Javier Bardem y con Penélope gritando aquello de “Pedroooo”.
La docuserie que han rechazado todas las televisiones y plataformas de pago ha costado cerca de un millón de euros. Dinero bien empleado para enseñarnos la forja de un súper hombre que aspira a ser eterno, el número 1 que pretende dejar huella y perpetuarse en el poder cueste lo que cueste. ‘Moncloa, cuatro estaciones’ nos deja tiritando en invierno, sin flores en primavera, con tristeza marchita en otoño y bochorno en verano a golpe de calor y decreto. Pedro Sánchez es el muerto en el entierro, el niño en el bautizo y el novio en la boda por lo civil. Pedro convertido en una especie de Orson Wells que aspira a ser el Ciudadano Kane del bulo mediático, el Indiana Jones que combate las guerras, la pobreza y las injusticias, ese Cid Campeador del efecto llamada o aquel Robin Hood que dice robar a los ricos para dárselo a los pobres cuando en realidad las clases medias sufren hurto fiscal y la desigualdad insolidaria de personas y territorios.
‘El ala oeste de la Moncloa’ ha pasado con más pena que gloria. Todo lo más resiste un pase en Sundance, un taller en el festival desértico del Sáhara o un foro para puristas de arte y ensayo en la franja de Gaza. Quedará como un clásico de ciencia-ficción, como un ejemplo de inspiración caudillista, como una réplica de ‘Soy Georgina’, pero sin Cristiano Ronaldo. Quizás en la Moncloa estén preparando ya una nueva entrega, con Pedro y Begoña juzgando a Peinado, con Ayuso en plan muñeca vudú, con el Fiscal del Estado, Tezanos y la troupe del relato en los créditos finales. ‘El ala oeste de la Moncloa’ es de filmoteca nacional a la altura de ‘El verdugo’ o ‘Bienvenido Mr. Marshall’, una producción de culto y sumisión con la que distraernos de lo esencial, de lo que importa. Quizás un día se recuerde entre el estupor y la carcajada como una de Paco Martínez Soria, Ozores, Pajares y Esteso, pero sin el respeto, el reconocimiento y el cariño del público hacia los cómicos.
Íñigo Errejón ha resultado ser lo contrario de lo que predicaba como político: un acosador machista de cínica hipocresía feminista. Por unas cosas u otras a los emergentes indignados podemitas se les va cayendo la careta y afloran como lo que fueron y son: unos oportunistas de la política que se aprovecharon del hartazgo social mediante el feminismo electoralista, ideológico y demagogo. Errejón, la gran esperanza blanca de la izquierda, incluso para el Psoe, ha terminado siendo denunciado por acosador. Y aunque las denuncias de varias mujeres deberán concretarse en los juzgados, todos hemos visto cómo ejercía también de acosador ante la prensa crítica, e incluso de maltratador verbal a algún periodista. Sumar y Podemos, el mismo germen político convertido en casta del poder, tienen un problema de credibilidad presuntamente delictiva en el caso Errejón, que se ha tapado durante mucho tiempo igual que otros casos de corrupción ética. Es lo que tiene la verdad, que siempre se termina sabiendo por mucho que entierre en el fango de la fachosfera y los bulos de pseudomedios. La corrupción moral al descubierto.
Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en la muñeca preferida por el sanchismo para hacerle vudú a ella y, de paso, a Núñez Feijóo. Desde el poder gubernamental no hay ministro que no se sepa el argumentario contra la lideresa madrileña, a la que criminalizan a costa del procedimiento fiscal de su novio, pero sobre todo por miedo a su carisma político que causa pánico electoral en el esquema populista de la izquierda. Es cierto que ella no se corta a la hora de atacar a Sánchez porque le “gusta la fruta”, pero también es verdad que desde el primer minuto el sanchismo y todo su aparato la han perseguido tanto a ella como a su familia por razones políticas de escaso valor judicial y enorme crueldad emocional. Ayuso ha sufrido un brote ritual esta semana, al anunciar que no acudiría a la cita de Sánchez con los presidentes autonómicos para escenificar la coartada del cupo catalán. Tratan de enfrentarla con Feijóo llamándola “jefa”, pero ella y Feijóo no desvían la atención de la corrupción y precariedad que acorrala al sanchismo antes de una remodelación de gobierno, otro CIS falso de Tezanos y una convocatoria electoral en 2025.
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