Opinión

Milei, un loco en la Casa Rosada

El presidente de Argentina, Javier Milei, durante una conferencia en Washington.
photo_camera El presidente de Argentina, Javier Milei, durante una conferencia en Washington.
Según las cifras que se filtran, su objetivo es reducir en un 20% el personal con contratos temporales

Al principio le calificaban de visionario mesiánico, ahora, superados los tres meses en el poder, son muchos los que le califican de loco e iluminado. Me refiero al presidente argentino Javier Milei que sostiene que el gran enemigo de la convivencia es el Estado, pero no contento con eso lo califica de organización criminal y por lo tanto hay que reducirlo a su mínima expresión o barrerlo de la faz de la tierra,  y en eso está. Delenda est Cartago, gritaban los romanos y el presidente argentino desde la residencia presidencial, la Casa Rosada clama como un poseso: “Hay que derribar el estado” y sobre sus escombros levantar una sociedad libre, sin ataduras y controles, especialmente los económicos. Para reducir el Estado a su mínima expresión, el primer objetivo es reducir los funcionarios. Cuando Milei subió al poder, el pasado mes de diciembre, el Estado argentino contaba, según las estadísticas oficiales, con 341.477 personas contratadas, a principios de febrero de este año, ya sumaba 9.000 empleados menos y a finales de febrero ordenó que se eliminaran otros 15.000 funcionarios más. Estas decisiones siembran el terror entre los empleados de la función pública, especialmente en los más de 50.000 ligados por contratos temporales. Hasta ahora se les renovaba cada año, ahora como máximo se les renovará entre tres y seis meses. Esta incertidumbre contribuye a que vivan en un permanente terror psicológico. Nadie sabe el número de empleados que Milei piensa poner en la calle, ya que primero dijo que iba a despedir a 70.000, pero después dio otras cifras. Dependía de lo que hubiera hablado con sus perros esa mañana. Sí, han leído bien. Lo que inspira a Milei es lo que le trasmiten los cuatro o cinco perros con los que comparte una hora de convivencia, a primera hora del día, antes de ducharse. El perro que más le inspira se llama Conan, lleva tres años muerto, pero Milei sigue hablando con él.

Según las cifras que se filtran del entorno presidencial, su objetivo es reducir en un 20% el personal con contratos temporales. Considera que Argentina es un país empobrecido con un estado desproporcionado e ineficaz. Según el colegio de psiquiatras, tan numerosos en Argentina, esta coyuntura esta multiplicando los enfermos mentales en el país.

La mayoría de estos funcionarios trata de encontrar trabajo en empresas privadas, pero no lo encuentran, ya que la economía se debate en una profunda crisis y las empresas privadas más que contratar despiden. En el mes de enero, bajo la presidencia de Milei, la actividad económica cayó un 4´5% en relación con el mes anterior. Una contracción más alta que en los peores meses del covid.

Sin embargo, la gran tensión del ultimo enfrentamiento de Milei con una gran parte de la sociedad argentina fue a causa de la memoria, la verdad y la justicia de lo crímenes cometidos por la Junta militar que oprimió a los argentinos durante la dictadura de 1976-1983.

El pasado domingo, día 24 de marzo, aniversario del golpe de 1976, una marea de 100.000 manifestantes lleno la célebre plaza de mayo de Buenos Aires gritando los eslogans de “Nunca más, nunca más”, “los asesinados fuera treinta mil”, “Ni olvido ni perdón”. Esa misma tarde por orden directa de Milei se emitió un video en los medios oficiales, relativizando los crímenes de la dictadura y rebajando notablemente su número. Recordó la tesis defendida por Milei durante la campaña, negaba que los asesinados fueran treinta mil, según él no llegaron a los 9.000. Y lo peor es que resucitaba la teoría de los dos demonios que consiste en justificar los crímenes contra la humanidad cometidos por los militares en esos años de plomo y muerte como respuesta adecuada a los atentados cometidos por los grupos de extrema izquierda. Por los zurdos como le gusta decir a Milei.

Este Gobierno presidido por Javier Milei está tratando de abrir un nuevo capitulo en Argentina de las políticas relativas a la memoria. Va más lejos que el negacionismo. Se enorgullece de la dictadura. ¡Qué bárbaro! Y todo esto al grito de Viva la Libertad, carajo. El eslogan acuñado por Milei.

Durante la campaña uno de los blancos preferidos de los dardos de Milei fue el papa Francisco pero la visita que realizó al Vaticano cambió su discurso, abriendo un relámpago de paz con el papa y con la Iglesia, pero duró poco. Los obispos le acusan de que sus brutales ajustes económicos aplastan a los mas vulnerables y de ser insensible ante los sufrimientos de los marginados y condenados. Cada día se agrava más la situación de millones de argentinos que viven en las cunetas de la pobreza. A Milei, esto no le preocupa, no siente la menor empatía por los necesitados, en su histerismo contra el estado, llega a decir que en una sociedad gobernada por la ultraderecha radical, los pobres son responsable de su pobreza y deben quedar al margen de la historia. Recorta las pensiones de los jubilados. Destruye empleo paralizando la obra pública. En Argentina, la pobreza ofrece una imagen más descarnada. Los recortes restringen el acceso a la educación, la salud e incluso a la alimentación. En los comedores populares faltan alimentos. A Milei le repugna todo lo que suene a solidaridad y a subvenciones. Califica a las ONG y otros centros de ayuda como gestores de la pobreza.

La pobreza se multiplica y por ahora, Milei tiene fuertes apoyos todavía, pero como la economía siga el acelerado proceso de hundimiento, el pueblo terminará levantándose contra este sátrapa de la ultraderecha más extremada.

En el santuario de sus devociones políticas están Trump, Netanyahu y Bolsonaro.

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