Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
En la mañana del 7 de octubre de 2023, cuando los judíos celebraban el final del Sucot, el grupo Hamás inició un ataque masivo, de dos días de duración, contra Israel -Operación Inundación Al-qsa-, que dio lugar a una lluvia de cinco mil misiles, que aterrorizó y mató indiscriminadamente a la población que fue encontrando a su paso. Supuso para Israel una masacre de más de mil personas -civiles, menores, militares- y la captura de cientos de rehenes. Neme, siendo conocedor del percal israelí y cómo se las gasta, ya temió la respuesta, lo peor. Sí, fue el comienzo de una despiadada salvajada, lo que ahora muchos denominan genocidio, pero que aún los organismos internacionales -Corte Penal Internacional- no son capaces de aceptar. El temor a la represalia se ha convertido en una desgraciada y sanguínea realidad, sea cómo se le llame, cuando uno cree que el terrorismo no se combate ni se soluciona con más de lo mismo, con más terrorismo. Ni con algaradas a miles de kilómetros.
Resulta increíblemente vergonzoso, que un conflicto, por momentos enquistado, virulentamente mortífero cuando está activo por la provocación de cualquiera de las partes -la última la de Hamás-, los organismos Internacionales sean meras comparsas de contemplación, mientras miles de personas son aniquiladas y cogidas como rehenes. Y, sin embargo, llega una competición deportiva, con visibilidad Internacional, como es La Vuelta a España y aparecen los problemas en forma de protestas, disturbios y el caos -adjetivos leídos y escuchados en diversos medios nacionales-, que causaron graves incidentes y bloquearon al pelotón de La Vuelta, poniendo en riesgo la integridad física de los ciclistas.
¿Es genocidio? Para mi es lo suficientemente grave, la indiscriminada matanza humana, la del 7 de Octubre de 2023, para que, independientemente, como se le quiera llamar, no debiera ocurrir nunca
Y aceptando que, a veces, es necesario que las voces despierten a la sociedad dormida para que sepan lo que les va en ello, entiendo que las protestas e, incluso, los gestos, son necesarios ante una crisis humanitaria cruel como la que estamos contemplando. ¿Es genocidio? Para mi es lo suficientemente grave, la indiscriminada matanza humana, la del 7 de Octubre de 2023, para que, independientemente, como se le quiera llamar, no debiera ocurrir nunca. Si es un genocidio o no corresponde a la Corte Penal Internacional. Pero de todo lo dicho, con la terrible gravedad humanitaria, siempre aparecen oportunistas y el buenismo sin más que, no valiendo nada, resulta penoso y tiene tintes de oportunismo.
Que el presidente del Gobierno de España llame al boicot y aliente las algaradas, lo convierte en un gamberro cómplice, máxime cuando los propios deportistas alzan su voz y aseguran “haber vivido situaciones de peligro y caídas por personas que invadieron la calzada”. Es insostenible e irresponsable la conducta de Sánchez cuando tuvo la oportunidad, ante los organismos deportivos nacionales e internacionales, de no celebrar la prueba y, así, evitar el peligro y la vergüenza que deparó La Vuelta. La UCI y la primera ministra danesa -socialista, que le afea que se rinda homenaje a los “acosadores”-, le dieron cumplida réplica a Sánchez.
Estaré expectante sobre la actitud del jugador del Celta, Borja Iglesias, uno de los primeros en pronunciarse al paso de La Vuelta por la provincia de Pontevedra, con su: “Me sorprende que le demos más importancia a parar una carrera que a un genocidio, es algo que no termino de entender mucho; a veces hay que pararse, reclamar…”. Dicho así, yo lo entiendo, pero no ese buenismo sin más de Borja. Primero porque se ha puesto en riesgo la integridad física de los deportistas, como lo hicieron saber; y uno de ellos retirarse herido bajo el lamento “me han jodido La Vuelta”. Recordarle a Borja, que los gestos y las palabras conciencian, sí; pero son más determinantes los hechos: En las competiciones europeas de fútbol -al igual que baloncesto- participan equipos israelís, por lo que, si Borja Iglesias predica con el ejemplo, es de esperar que renuncie a jugarla o al menos se manifieste… y no exprese sólo el “es algo que no termino de entender…” Y ¡por cierto!, si el grave pecado en La Vuelta era que el equipo israelí tenía un ciclista israelí, también en la Liga de Fútbol española participa un equipo con un jugador israelí. ¿Qué tejemanejes hacemos? Sólo vale detener la guerra.
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