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Jesús Prieto

La bandera y el oro son de Caro

Publicado: 04 ago 2024 - 22:20

En el décimo sexto punto de la segunda manga de la semifinal del concurso femenino de bádminton, Carolina Marín se elevaba para rematar el volante con un desplazamiento lateral. En ese salto, su rodilla derechaemitió un chasquido familiar para la onubense que, entre sollozos, miró a su entrenador para confesarle una vieja sentencia: “Me he roto”.

Porque Caro se ha roto muchas veces En enero de 2019, esa misma rodilla se resquebrajaba en Indonesia. Se recuperó tras una rehabilitación de siete meses en la que invertía más de diez horas diarias. Al poco, algo mucho más interno que el tuétano se hacía añicos. Su padre fallecía en julio de 2020 tras una larga enfermedad: “han sido los peores meses de mi vida”.

En mayo de 2021, a un mes de Tokio, fue la rodilla izquierda la que se partió. La resonancia mostró además, los dos meniscos rotos. Carolina se perdía los Juegos y el mundial de su casa, en Huelva. Ninguna de las tres roturas, las de sus rodillas y la del alma, menguaron su obstinación por seguir. Carolina se plantó en París con las ideas claras: “no vengo a ver la Torre Eiffel, vengo a ganar una medalla”.

Si Carolina no se hubiese vuelto a romper, mañana se enfrentaría a la número uno por un oro olímpico. El destrozo de su rodilla comunicó con el desgarro de todo unpaís unido en el ruego de un #BronceparaCarolina.

Dudo mucho que Carolina esté de acuerdo. Una campeona que se ha erguido tantas veces del fango, que se pone una rodillera en un cráter y que renuncia a una silla de ruedas para morir de pie es el mayor ejemplo de lucha y coraje. Un orgullo colosal que no entiende de dádivas, consolaciones, ni limosnas.

En los Juegos de Río, tras su oro olímpico, perseguí a Carolina durante horas para conseguir una foto con ella. Me salté varios controles, me cambié de ropa y me hice pasar por un fotógrafo junto al equipo de RTVE. Dudo mucho que alguien quisiera algo tanto como yo quería esa foto. Hoy dudo que haya alguien que quiera regresar a lo más alto tanto como Carolina. En Los Ángeles tendrá 35 años y no quiere una medalla de bronce. Quiere la bandera y un oro.

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