La bendita Eurocopa

LA OPINIÓN

El gol del empate de la selección inglesa, obra de Alessia Russo.
El gol del empate de la selección inglesa, obra de Alessia Russo.

No había otra forma de que España no se llevase su primera Eurocopa que en una agónica e injusta tanda de penaltis. La selección española es física, táctica y futbolísticamente mejor que cualquier otro conjunto europeo, y probablemente del mundo. Podemos abrir fútiles debates sobre qué hacía Alexia en el banquillo tan pronto, por qué Pina no jugó de inicio o cuál debe ser la posición de Salma, pero ninguna debe ser la reflexión principal.

Las futbolistas españolas han escrito un guión a oscuras. Han descubierto una senda desconocida hacia el éxito desbrozando toda la maleza que les impedía caminar. La España de Quereda, un entrenador déspota que dispensaba trato vejatorio, tan solo se clasificó a tres grandes campeonatos durante un desierto de 30 años, perdiéndose las indispensables experiencias de siete Juegos Olímpicos, seis Mundiales y seis Europeos. Solo en estos dos últimos años, primero con Jorge Vilda y después, con Montse Tomé, ganaron el Mundial de Australia, la Liga de Naciones, alcanzaron las semifinales de sus primeros Juegos y acaban de jugar su primera final europea. El fútbol español femenino, que ha obrado un milagro casi espontáneo por su rebosante calidad, multiplica los panes y los peces con un mínimo de atención. Pero esto no es lo más importante.

Desde 2007, las licencias se han cuadruplicado hasta las 110.000. España ha sido líder de audiencia -casi 5 millones- durante un campeonato que en su fase de grupos ya concentró a más espectadores que el flamante mundial de clubs masculino. Los fichajes ascienden a millones de euros. Los estadios -en Basilea no cabía una alfiler- cuelgan el cartel de no hay entradas. Y niños y niñas cambian los cromos de sus jugadoras en el colegio debatiendo si Caldentey o Guijarro deben ser la próxima balón de oro.

Que las últimas cuatro ganadoras hayan sido españolas no es casualidad. Es el efecto de unos gritos ensordecedores que no cesaron hasta que les hicieron caso. No es una cuestión de género. Es una cuestión de apoyo.

La bendita Eurocopa de Suiza, que también nos ha mostrado que una mujer como Sarina puede ser la mejor DT del mundo, se recordará siempre, como el día en que el fútbol femenino, definitivamente, derribó casi todos sus muros.

@jesusprietodeportes

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