Carnaval con certificado de buena conducta

Publicado: 09 mar 2025 - 12:44

Ilustración de Carnaval.
Ilustración de Carnaval. | Alba Fernández

¡Cielo Santo!, he estado en Verín la noche de las Comadres. Hermano lector, no hay nada que hacer. El futuro, son ellas. Las tenías que ver allí, felices, arrebatadoramente femeninas; con una alegría desbordante.

Hay que limpiarse la bruma de los ojos y comprender; el macho está desprestigiado. El hombre ha llevado a este puñetero mundo a una ciénaga de catástrofe; dejémoslas. ¿Qué hemos hecho? Ucrania, Jerusalén, África ensangrentada. Pero te cuento: primero una cena pantagruélica. ¡Ay! la risa también existe en el reino de los cielos.

Las tenías que ver allí, felices, arrebatadoramente femeninas; con una alegría desbordante.

Anita llevaba escrito en la frente “Virgen santa/Vírgen pura /haz que apruebe esta asignatura” quizás en esta frase esté el pasado de una generación. Cuenta Ana. Y recuerda Elvira “en mi colegio de monjas las que no pagábamos entrábamos por la puerta de servicio; las señoritas, por la puerta principal entre el olor a incienso y la sonrisa de la madre superiora”.

Ilustración de Carnaval.
Ilustración de Carnaval. | Alba Iglesias

Estoy hablando de la fiesta de las comadres en Verín. Las cubría la genética de la Raia, el subsuelo de las aguas minerales, esa sombra furtiva del raioto. El zorro cuando camina borra con el rabo las huellas. Estaban allí centenares de mujeres. Faltó un soplo, un empujón para que todo terminase en una orgía romana. Al fin el carnaval ha de ser luciferino y lascivo. No puede tener certificado de buena conducta.

Instante catártico, la consigna: estás en el mundo para gozar. Después se perdieron, a la búsqueda de amor y sexo, como Afrodita; que salió de la espuma del mar. Las cubrió una alegría tal, como si todos los traumas huyesen.

Miércoles de ceniza

Año 83. Recuerdo aquel martes tan salvaje. Te cuento: el propietario de una discoteca, me pidió que buscase una banda de rock diferente. Mi amigo Carlos Tena, director de programas de música en radio y televisión, me presentó, a “Las Vulpes”, en latín “las zorras”. Logré contratarlas. Hermano lector, quizás recuerdes, la aventura de esta banda de rock vasca. Estuvieron en los titulares de muchos periódicos. Su tema “Quiero ser una zorra” rasgó las vestiduras de los defensores del orden y la moral.

Una letra atrevida, “Me gusta ser una zorra/Me gusta ser una zorra/Prefiero joder con ejecutivos/Que te dan la pasta y luego vas al olvido/Ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay, ¡cabrón!” Pues va Carlos y las lleva a su programa de televisión “Caja de Ritmos” que empezaba a las doce y media de la mañana. Iban a censurar con pitidos en las palabras más gruesas. Pero Carlos dijo “pa lante”. Se armó la de Dios. Ansón, entonces director de ABC, le dedicó hasta un editorial “Degrada a la sociedad española/ subleva al padre de familia”. De inmediato, la orden de censurar el programa. Y a Carlos le hicieron dimitir. Intervino la Fiscalía General del Estado, le pidieron cinco años, y él, harto, se fue a trabajar para el gobierno cubano.

Cómo es la vida, aquel martes de entroido del 83, las Vulpes actuaron en Verín. Una de sus escasas actuaciones. Qué paradoja, los jóvenes verinenses, avisados de que venía esa banda, se disfrazaron de chicos punk. Ellas creyeron estar en un feudo de seguidores de los Sex Pistols. Qué barbaridad, esa noche, Verín padeció de incendio de corazón. “Esta fue la noche de que te hablé”. No eran muy buenas músicas, pero calentaron los corazones de los ochenta”

(Perseguidas, se disolvieron pronto: “ furcia la madre, furcia la hija” titularon algunos periódicos). Aquella noche, permanece en el imaginario colectivo de la villa. Tocaron rabiosas, sin tregua. “Mi amor, ámame con tu VISA de ORO”.

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