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La degradación del casco histórico de Ourense, más acentuada en su mitad sur, de la catedral al instituto Otero Pedrayo, es una penosa realidad que avergüenza a todos. Con ella hemos convivido durante lustros: siempre, su rehabilitación, como gran promesa política, pero también siempre pospuesta por lo laborioso de su determinación y su compleja ejecución. No basta con la voluntad y los recursos dispuestos por la política y su brazo presupuestario en las Administraciones públicas. La recuperación de tamaño patrimonio exige la intervención enérgica y sostenida en el tiempo de los poderes públicos y los privados, estos en sus muy distintos componentes: propietarios, promotores, arquitectos, arqueólogos en su caso y, por supuesto, la existencia de una demanda cierta de futuros propietarios e inquilinos, de viviendas y bajos comerciales.
Aun contando con todo ello, los resultados no se verán en el corto plazo. Es tal el número de condicionantes a superar, sin ir más lejos la movilización de los actuales propietarios de los inmuebles, la dificultad del acceso rodado, inexistencia de plazas de garaje o la propia peculiaridad de habitar en un casco histórico, que son muchos los potenciales demandantes de viviendas que optan por soluciones habitacionales más convencionales o estandarizadas.
El Plan Rexurbe en Ourense ha llegado de tapadillo, con la sola presencia de la Xunta y la clamorosa ausencia y el silencio del gobierno municipal. La ciudad de las Burgas pasa a formar parte del reducido grupo de localidades adheridas al Plan: Mondoñedo, A Coruña, Ribadavia, Tui, Ribadeo, Ferrol, Betanzos, Monforte y Baiona. Una geografía de la historia urbana de Galicia. La exposición de motivos de la Ley 1/2019, de 22 de abril, que ampara esta iniciativa, establece que “la mejor forma de conservar es habitar, ocupar los espacios y generar actividad”. Es difícil no estar de acuerdo.
“La mejor forma de conservar es habitar, ocupar los espacios y generar actividad”
Y pese a que Jácome y su gobierno miren para otro lado, el ayuntamiento asume con su adhesión algunos compromisos. El primero la realización de un Plan de Dinamización del área objeto de intervención; el segundo, la apertura y dotación de una Oficina o Centro Rexurbe donde se concentren los servicios de atención y seguimiento de las intervenciones.
Por otra parte, la propia Ley 1/2019 otorga poderes a la administración local para combatir el abandono y ruina de tantos edificios en el casco histórico, a través del establecimiento de un canon de inmuebles declarados en estado de abandono, como tributo propio de la comunidad autónoma.
El ámbito de atención intimida por sus dimensiones: 1.065 edificios, 1.546 pisos vacíos, el 50% de las viviendas totales; 960 locales comerciales sin uso, 9 de cada diez, nada menos.
El Plan Rexurbe apenas actuará en casos muy concretos, no será la panacea de los problemas existentes, pero arrastrar los pies en hacerse cargo de este inmenso problema –y oportunidad-, agravado día a día, no es la actitud correcta para cualquier gobierno de la capital provincial.
Con Monterroso podríamos terminar diciendo que “cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
"Es cierto e innegable que las cafeterías, bares y tabernas han ganado, sin discusión, la improbable competencia de los museos"
Por una extraña esquizofrenia edilicia, en Ourense vecinos y visitantes tendremos que optar entre los museos o las cafeterías. En ese extraño brete nos pone el alcalde de la capital, quien al oír la palabra cultura da un respingo como dicen que daba aquel ministro de propaganda de Hitler. Museos o cafeterías o antes las cafeterías que los museos, para ser más exactos, es la concisa cuestión a la que nos enfrentamos en la ciudad que tiene a su Museo Arqueológico cerrado desde hace la friolera de 23 años y el Museo Municipal, en la rúa Lepanto, pechado también y va ya para un lustro.
Es cierto e innegable, a la vista de la invasión de mobiliario hostelero que envilece aún más si cabe el casco histórico de la ciudad, que las cafeterías, bares y tabernas han ganado, sin discusión, la improbable competencia de los museos. En realidad, una victoria por incomparecencia de estos. De ahí que, quienes encontramos en la cultura, que se muestra y hace en los museos, una ocasión para educar nuestra sensibilidad, pidamos clemencia ofreciendo al vencedor –como ahora Zelenski a Trump- alguna compensación. Por ejemplo, que antes o después de cumplimentada esta excéntrica afición museística, nos comprometiéramos a tomar un café, una caña o unos gintonics para, en la ida, recordarnos que solo somos humanos y, a la salida, devolvernos con urgencia a nuestra pedestre condición.
Así, frente a la tesis museística de los culturetas engaiolados y la antítesis popularista de las cafeterías, podríamos llegar a la hegeliana síntesis de museos sí y cafeterías también. Una componenda que a todos contente y pueda servir de estímulo para dotarnos, al fin, de una digna infraestructura museística y cultural en la ciudad que, en mejores tiempos, a alguien le evocó la Atenas clásica.
EL DATO: Por primera vez en Ourense, el número de empleados en la administración pública (21.147) está a punto de superar al de autónomos (22.055)
El cuadrante noroeste de la península, excluyendo las provincias litorales de A Coruña y Pontevedra, concentra buena parte de los problemas de la España interior. Despoblación, envejecimiento, falta de empleos en los servicios y la industria y, en consecuencia, mayor afiliación a la Seguridad Social bajo el régimen de autónomos. Cuestión esta, la de los autónomos, que trae aparejada otra ristra de problemas específicos: muchas horas de trabajo y práctica inexistencia de vacaciones, bajos salarios, cotizaciones mínimas y, en consecuencia, las pensiones de jubilación más bajas de España.
Las provincias de Zamora (-16%), Ourense (-9%), León, Lugo y Palencia (-8%), Asturias y Salamanca (-5%, están a la cabeza de los territorios que han perdido población en las dos últimas décadas. La provincia ourensana, según datos del INE, ha pasado de 336.018 habitantes en 2004 a los 304.467 al término de 2024. En cuanto al empleo autónomo, Zamora y Lugo encabezan el porcentaje de afiliados a este régimen en el conjunto de España. Ourense, con 22.055 autónomos, se encuentra también entre las provincias con un mayor porcentaje de empleo en este régimen (18%), por encima de la media española (15,9%).
La agricultura y la ganadería, así como el comercio, son los sectores productivos que concentran el trabajo autónomo. En cualquier caso, actividades que año tras año van pierden empleados y atractivo para las nuevas generaciones. La falta de relevo generacional, los bajos rendimientos económicos y las prolongadas jornadas laborales explican el declive. Y mientras tanto, por primera vez en la historia, y por no salirnos del marco ourensano, el número de empleados en las distintas administraciones públicas (21.147) está a punto de superar al de autónomos (22.055) en datos de este mismo mes de marzo.
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