Cenizas de verano

EL ÁNGULO INVERSO

Alba Fernández
Alba Fernández

Después del verano, por fin mi camada de tertulianos nos reunimos en nuestro garito favorito. Un islote de resistencia ante la chabacanería y la plebeyez.

Llego un poco tarde, mis colegas discuten sobre la jodida corrupción de este trozo de mundo. Tratan de ir más allá de los tópicos y clichés. Doy un trago a mi vodka y viene a mi mente aquel cantautor un poco maldito que huía de hacer grandes conciertos. Su lugar eran los pubs y los teatros.

Después de actuar en el Latino anduvimos de copas por ahí. Fue entonces cuando me hizo una reflexión certera y demoledora: “Lo que más me duele de tanto desencanto, de tanta corrupción, de la falta de honestidad del poder es que esas cosas me han hecho peor persona, un poco cabrón y más cínico”.

Recuerdo que cuando hablamos de Sabina me dijo irónico: “Es mi amigo, tratamos de llevarnos bien, ahora tiene almorranas, se le ha metido la cumbre por el culo”. Mis colegas quedaron pensativos

Conocí a Javier, allá a finales de los 70 en aquel mítico tugurio “La Mandrágora”, en donde formaba un trío con Joaquín Sabina y Alberto Pérez en noches “contestatarias” que decíamos entonces. Con los años, Sabina voló alto, Javier prefirió público cercano. Recuerdo que cuando hablamos de Sabina me dijo irónico: “Es mi amigo, tratamos de llevarnos bien, ahora tiene almorranas, se le ha metido la cumbre por el culo”. Mis colegas quedaron pensativos.

Día 24

Los tertulianos habíamos quedado en que cada uno haría algo solidario en estas vacaciones. Ya conté que el psiquiatra está involucrado con los niños saharauis. Nos lanzó una arenga para que lo imitásemos. Tuvo un adolescente un mes largo a su lado. “Estos niños nacidos en el desierto son más curativos que las pastillas y que nosotros los psiquiatras”. Añadió que te cargan de alegría y de un cariño especial.

Toma la palabra Ana, nuestra joven contertulia. Ya de entrada nos espeta: “No quiero presumir de heroína, pero estuve 10 días voluntaria apagando fuegos en el pueblo de mi abuelo allá en O Barco. Vi lágrimas en el rostro terroso de los paisanos. Tienes que tener mucha cautela y velarte. Una mujer gritó “isto é unha plaga bíblica”.

Después de un silencio añadió: “En mis sueños, en mis noches de insomnio vino a mi mente aquella monja que nos repetía que los chicos malos iban al infierno donde arderían sin tregua; después alguien me dijo que no me preocupara, no creo que Dios se presente al juicio final.

(Cómo son las supersticiones, una anciana me veía muchas veces en el pueblo sentado bajo una higuera, me dijo: “En mal sitio está usted, la higuera es un árbol maldito, no olvide la Biblia, Judas se ahorcó en una higuera”.

Conté que estuve en varias manifestaciones propalestina. Lástima, en Ourense no llegábamos a 20 personas. Un contertulio me afirmó que las manifestaciones no sirven para nada. Le contesté, la guerra de Vietnan acabó porque los jóvenes americanos se echaron a la calle. La guerra en Gaza solo terminará si los europeos seguimos gritando por las calles. Los políticos no los solucionarán.)

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